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miércoles, 20 de marzo de 2019

ALLÍ ABAJO, Y AQUÍ ARRIBA, ME PLANTO



Ha comenzado la quinta temporada de “Allí abajo” uno de los grandes éxitos de “Atresmedia” y al parecer apuesta segura temporada tras temporada.

Este vecino del mundo, seguidor de la serie, ya se ha decidido a no ver ninguna serie en el momento de su emisión, porque con tanto anuncio tiene la sensación de que los personajes, en este caso vasco-andaluces, o viceversa, apenas pueden abrirse paso en una maraña de publicidad. Añadiendo además al desconcierto, especialmente esta temporada, que muchos de los personajes ya aparecen “metidos” en anuncios calzados a la idiosincrasia, y nunca mejor dicho, de la figura en cuestión.

Al final este mundo de programación y contraprogramación nos va a convertir a los espectadores en misántropos perdidos y onanistas “seriófilos”, encerrados en un "laboratorio de gustos personales", porque lo de ayer, y comentado en casa en una especie de comité de crisis, o estado de la nación televisiva, no llegaba ni a lo que los fans de “La naranja mecánica” conocen como “el viejo mete-saca”, porque  para cuando “tocabas” el alma de los personajes, ya te sacaban de él con otra ráfaga de anuncios a modo de inhibidor para “series lovers”.

Bien pensado, y mientras en la vida real nos fríen a impuestos, una vez entrado en el mundo de la caja tonta, la publicidad sería lo más parecido a pagar todo tipo de tasas. Y hoy por hoy este vecino del mundo ya ha llegado a la conclusión, y ha tardado, de que “hasta aquí hemos llegado” y a partir de ahora, entre los ordenadores, tablets y las “Smart tvs”, va a ir a tiro hecho, y va a convertir su dedo en un asesino de anuncios, y cada vez que aparezcan, una ráfaga de flashes va a ser lo único que va a quedar de ellos. Y eso tampoco va a ser bueno para las casas anunciantes, que son, a la postre, quienes en cierta manera pagan las series.

En mi pueblo, precisamente uno de los de “allí arriba” siempre se ha dicho que lo que no puede ser, no puede ser, y además es imposible, y que más anuncios que te saquen de las series los va a soportar la tía, o tío, del programador o programadora de la denominada parrilla televisiva. Por cierto, cualquier día de estos, este vecino se va borrando también de eso que se ha dado en llamar "lenguaje inclusivo" y que te hace andar calle arriba calle abajo de nuestro lenguaje buscando una salida lo más digna posible.

*FOTO: DE LA RED

martes, 11 de junio de 2013

DEMASIADO

Siempre se ha dicho, y este vecino del mundo considera además que es así, que los anuncios de la televisión, en España, son de muy buena calidad, tristemente quizás, mejores muchas veces que los mismos programas en los que se incluyen.
Algunas veces, sin embargo, los publicistas se podrían pensar las cosas dos veces. Acabo de oír en la radio, dentro de una promoción de esos grandes almacenes con el triangulito verde, y dando ideas para animarse uno mismo, ir a un concierto de Alejandro Sanz.
¡Hombre! Alejandro Sanz es uno de los mejores cantantes actuales, con grandes canciones, y muy buenas letras, pero de eso, a ser la alegría de la huerta...va un trecho.
Hace años en los hospitales británicos se prohibió que se emitiera dentro de la música ambiental la canción “My way”, (“A mi manera”), ya que en la letra se hace mención de que el fin está cerca, y se hace un resumen de la propia vida, con sus buenos y malos momentos, y los aciertos y los fracasos.
Y, sinceramente, creo que con Alejandro Sanz, y con Pedro Alborán también, ocurre lo mismo. Escuchas un concierto entero, que se debería de considerar como “sobredosis”, y te cortas las venas directamente.
En los días que corren, me imagino que despavoridos por la crisis, hay que cuidarse muy mucho de lo que se escucha, porque demasiada información , y eso no tiene que ver nada con la censura, tampoco tiene que ser bueno. Los “demasiados” en uno u otro sentido, nunca tienen que ser buenos.
Un exceso de malas noticias acumuladas, se convierte en una especie de apocalipsis, en el que podrías intentar quemarte a lo bonzo, y hay que pensar que nosotros no hemos hecho nada malo, quizás, porque no nos ha dado tiempo, o porque otros han sido más rápidos, y sin embargo, se nos atribuye la culpa por haber vivido demasiado bien. Pero, ¿qué es vivir demasiado bien? ¿Vivir tu vida y la de otro en trago largo? Eso es una leyenda urbana, ya que este vecino se ha pasado mucho tiempo intentando recordar cuándo fue eso, y lo único que recuerda es que trabajaba y trabajaba, y no daba tiempo a otra cosa. A lo mejor es que pasó lo mismo que con los “Eres” en Andalucia, que los cobraron, y en este caso los disfrutaron, otros.
Ahora en cambio, si de algo tenemos tiempo, es precisamente de pensar, y eso puede ser un arma de doble filo, porque al pensar se puede tender a lamentar, y eso, salvo en muy contadas ocasiones, no hay que hacerlo nunca. Y como ya lo dijo Pablo Neruda, “confieso que he vivido”, y eso, en sí no significa que haya pecado, sino que es un arrebato de sinceridad, y eso, los arrebatos, salen del alma, y son bendecidos por los sentimientos.

*FOTO: DE LA RED