Viendo
lo que llueve en este momento en un pueblecito de Vizcaya, donde me
encuentro ahora mismo, te entra la duda de si abrir la puerta para
huir directamente, o de cerrarla bien cerrada para evitar que la
lluvia nos hunda el chiringuito en un remake del Arca de Noé, en el
que se podría meter una pareja de cada especie, con excepción de
los políticos para que no se reproduzcan, y no reproduzcan a su vez
los errores que nos han llevado a estar preguntándonos todo esto.
Eramos
pocos en este simulacro de apocalípsis acuífero, cuando la abuela
además ha parido en forma de encuesta en la que el PP volvería a
ganar, aunque esta vez por la mínima, en unas elecciones europeas.
Desde
las pocas armas que posee este vecino del mundo, puede comprobar los
gustos de los lectores de los diarios digitales. Me explicaré
primero.
Con
el ánimo de divulgar este blog, y dado que el océano de internet es
amplio y variado, intervengo en varios periódicos digitales
comentando entre los espacios que nos dejan a los lectores en cada
noticia.
Hablo de noticias de muy diverso signo en las que al final
dejo la dirección de mi blog, y luego puedo rastrear el modo en el
que los lectores se definen con respecto a ellas, y las más leídas
y comentadas son por mucho las referidas al concurso de Gran Hermano,
un programa que muy pocos confiesan ver, incluso apenas ponen el “me
gusta” en la opinión, pero que, a la postre, leen muchísimos
lectores.
Mezclando
el interés sobre la política en tiempos de crisis, y el interés
real de los lectores comentados, se podría organizar un Gran
Hermano político, en el que entraran en la famosa casa de
Guadalix dos representantes de cada partido político, y en el que
los dos integrantes de cada partido sean de posturas opuestas dentro
de cada tendencia política.
No
sé si lograríamos algo clarificador o patético, o patéticamente
clarificador, por lo menos se ahorraría algo en los gastos del
Congreso, ya que por de pronto, serían menos a beber, en el bar de
ese recinto, bebidas gaseosas, que son las que siguen subvencionadas,
a la par que la vida dentro de la casa sería, se supone más
austera, y pagada por los anunciantes.
En
el peor de los casos se podría dar también una huida masiva de las
empresas publicitadas, por miedo a perder clientes al sentirse,
éstos, decepcionados de que esas marcas “patrocinen” la vida de
gente, de políticos, que piensan de esa manera tan rara e incluso
lindando en lo “friqui-cruel”, con respecto a sus declaraciones
sobre los que les votan, osea, sobre nosotros mismos.
*FOTO: DE LA RED