Una
pareja cree conocerse muy bien, pero un simple cambio en su vida hace
denotar la manera diferente de pensar en ellos, lo cual en sí no es
ni bueno ni malo, sino diferente.
Me
imagino que a vosotros os pasará lo mismo. Una nota llevaba puesta
al lado del ascensor, en el portal, varios días, como si en realidad
no nos hablara a nosotros. Estamos tan rodeados de publicidad que al
final casi no leemos lo que nos incumbe. Y lo que nos incumbía era
un corte de luz esta noche, de cero horas hasta la una y media de la
madrugada.
Me
he dado cuenta, cuando subía a casa, acompañado de la vecina de al
lado, que tampoco había reparado en que la nota casi nos chillaba,
de lo apremiante que era.
Al
entrar en casa y tras saludar a La Nuri, mi sufrida, con un beso, le
he comentado la nueva mala, y lo primero que ha pensado en voz
alta era que el apagón nos tenía que pillar con todo terminado y
limpio después de la cena, y ella preparada para ir a la cama, con
sus rituales de cremas quitadas y puestas. Bueno, creo que ya me
entendéis, porque la relación que tiene una mujer con el armario y
el espejo del cuarto de baño dista años luz de la que tiene el ciudadano medio. Vaya por delante, que este vecino del mundo no quiere
traslucir ninguna idea machista en este tema. Las cosas,
como diría el presentador del “telediario”, son como son y
así se lo hemos contado.
Mi
único ritual ante el espejo suele ser por la mañana, bastante
tiempo además, para afeitarme cara y cabeza. El resto del día
prácticamente no reparo en sí llevo la cara en su sitio.
Sin
embargo, a este vecino que es más primitivo que su señora, solo le
había dado a pensar, con respecto a la amenaza de la luz, en que
tenía que preparar la casa a modo de santuario ateo, aunque suenen
las dos palabras excluyentes, con una serie de velas, tampoco muchas,
porque los metros de la casa dan para lo que dan, y muchos pensamientos
tampoco caben con nosotros mientras estamos dentro.
Lo
otro, en que había reparado este vecino, es que hoy no merecía la
pena ver ninguna película en la tele, porque nos íbamos a quedar
sin el final.
Me
imagino que vosotros también ya habréis notado que con la crisis la
programación de la tele ha variado notablemente, y ahora cualquier
programa, acaba más cerca de la una que de las doce, será que
tienen en cuenta, a la hora de programar, la cantidad de parados que hay en este país. De todas maneras, habrá que decir a estas mentes
pensantes, que dentro de un tiempo, ya no hará falta reparar en ésto,
pues a los parados se les habrá estropeado la televisión que
tenían, y no habrán podido comprar otra.
Resumiendo:
el final de la noche ha sido, con la casa convertida en un decorado
de la serie Kung Fu, lleno de velas, y este vecino leyendo, en la
tableta, una novela negra, de éstas que están de moda, con unos
suecos dentro, rodeados de nieve y frío, matándose entre ellos,
mientras La Nuri aprovechaba el tiempo durmiendo. Todo una gentileza
de las eléctricas. Y es que ya nadie te asegura el
suministro, ni aunque pagues.
Aunque
lo peor es pensar, como este vecino, en que dado en el mundo en el
que estamos, de chorizos y filibusteros, piensa mal y acertarás, y
seguro que están cambiando la maquinaria de la luz, para que el denominado "paso" sea más rápido, y si no, tiempo al tiempo.
*FOTO: DE LA RED