Hoy mismo a este vecino del mundo le ha
ocurrido esa típica situación en la que entras a un lugar en la que hay dos ventanillas, una con unas diez personas en la cola, y en la otra solo una, un señor mayor, que
ya estaba siendo atendido por la señorita encargada de ello.
Como siempre se pone en interrogación una situación de
buena suerte, este vecino, al ir acompañado de La Nuri , su sufrida, ha
pensado que por aquello de “por si acaso”, ella se quedara
esperando en la cola, y él mismo probaría fortuna en la otra.
Al acercarme, he intentando molestar lo menos posible a
las dos personas que estaban en ambos lados de la ventanilla hablando, he
preguntado con una sonrisa si en esa ventanilla atendían también.
Ante la
sorpresa de la vendedora, era una oficina de “loterías”, he vuelto a reiterar
la pregunta, y esta vez la señorita sí me ha contestado tras la primera sorpresa:
- Por
supuesto. En esta oficina hay dos colas. Le he contestado: -Es que como no había nadie…
En ese momento y con bastantes malos modales, el señor
mayor se ha dado la vuelta y me ha hecho una pregunta, que bien pudiera haber sido filosófica, pero con la entonación
cambiada, apuntando hacia la “mala leche”:-¿Yo no soy nadie?
Intentando defenderme como un gato que acabara de caer
panza arriba, y arriesgo de perder una de sus vidas, le he contesado; -He
pensado que quizás era un primo de ella, que venía por una consulta familiar.
O no me ha oído, o le ha importado lo mismo que a Rajoy los problemas del día a día de un currito de a pie:-¿Qué pasa, yo no soy nadie?
-He
pensado que quizás era su padre- he variado la defensa para
hacerlo más realista - que venía por una consulta familiar.
Y como el señor parecía que se había atascado en modo “mala leche” le he contestado:-
Señor, he pensado que quizás era su abuelo – recalcando lo de “abuelo”,
pero sin ganas de ofender - que venía por una consulta familiar.
Esta vez, y quizás por el miedo latente a convertirlo,
como mínimo en “bisabuelo” la próxima vez,
se ha callado, y tras mirar al infinito
unos instantes, se ha dado la vuelta y proseguido su conversación con “la
lotera”.
Por un instante se me ha ocurrido la peregrina idea de
que quizás cuando este señor, diríamos que un poco cascarrabias, llegó a esta
cola, quizás era un joven simpático y afable, y la vida en una cola, le ha
hecho así.
La próxima vez, es más que probable que este avecino no se
aventure en la ventanilla sin gente, porque nunca sabes a dónde te llevará el
destino, y por lo menos en la ventanilla de las diez personas, hay diez
testigos en potencia de que en un momento dado este vecino estaba allí, y “entonces”,
era muy, muy afable.
Lo que se aprende intentando comprar la lotería.
*FOTO: DE LA RED