Ayer, viendo por televisión, por cualquier canal, las
imágenes del antes yerno real del ahora emérito, y cuñado repudiado-olvidado del actual rey,
el Señor Iñaki UrdangarIn, otrora Duque de Palma, meditaba sobre los estereotipos.
El Señor
Urdangarín, especialmente con motivo de su enlace real, llegó a ser considerado yerno
ideal, y el hijo que para sí hubieran deseado la mayoría de las madres
ejercientes. Desde el punto de vista de muchos vascos, también, fue un orgullo, una
especie de poner una pica en Flandes, el que uno de los nuestros emparentara
con la Familia Real, aunque claro está, eso también va por gustos, y los vascos
que no fueran monárquicos lo verían, por supuesto, de otra manera, desde los de
ni fu ni fa, no saben no contestan, a
los que tendrían opiniones mucho más extremas, e incluso negativas.
Y cuando todo va bien, todo son loas y se van añadiendo
adjetivos tanto a la persona como al personaje. Y entre las cosas que rondaba
en el ambiente de entonces, especialmente cuando el Señor Urdangarín dejó su
etapa de deportista y se embarcó en otro tipo de proyectos, se decía/se
suponía, que era una persona muy inteligente y un lince para los negocios.
Hoy, sin embargo, las circunstancias son otras, y la
imagen del un día balonmanista de élite ha bajado muchos enteros, este vecino
del mundo diría que todos, hasta los que no tenía, y si casi han pasado
diecinueve años desde que se casó con una Infanta de España, la imagen de ayer
fue, para el que ésto escribe, cuando menos triste, y habrá más de uno que
opinará que deplorable. Con unos “no sé, no me consta, ignoraba, hoy es el día
que me he ido enterando…”, la imagen de aquel rubio de oro, inteligente, y
prototipo de todo lo bueno y deseable, ha estallado en mil pedazos.
Ahora, y viendo lo escenificado estos días, llegas a la
conclusión de que “hombre de negocios” puede ser cualquiera, eso sí, bien asesorado, y no con los asesores que por
lo que están queriendo hacer ver, más que amigos, eran enemigos.
Este vecino siempre ha opinado que algunas veces “la
madre del cordero”, o la clave, suele residir en los detalles, y ayer hubo uno que, además
en un primer momento, me transportó a muchos años atrás, más o menos treinta y
cinco.
Me explico.
Desde ayer, y especialmente por internet, en las redes sociales, mucha gente
está hablando de las gafas que ayer lució el Señor Urdangarín, de color
amarillo concretamente, y que para muchos contrastará y mucho con su imagen,
para algunos quizás a favor, y para
muchos, al parecer, en contra. Y fue este complemento o accesorio, como se
consideran actualmente, las gafas, las que me hicieron viajar a un Londres de
final de los setenta, comienzos de los ochenta.
Este vecino estudiaba en una academia, y la
propietaria del lugar, que además estaba siempre atendiendonos directamente en la oficina, se
caracterizaba por ir maquillada, como se decía vulgarmente, como una puerta. Un
día, alguien nos comentó el por qué de aquel maquillaje cuando menos
estridente. Confesado por ella misma a la fuente que directamente nos lo dijo,
era porque tenía un ojo más grande que otro, y mediante el maquillaje intentaba provocar que la atención de
los que la miraban, o contactaban, fuera hacia otro lugar. De ser así su deseo,
la verdad es que lo conseguía certeramente.
Y tras darle muchas vueltas, y teniendo en cuenta que la
declaración de Don Iñaki Urdangarín, sobre el caso Nóos, que comenzó ayer y que
continuará la próxima semana, ha tenido que ser preparada al detalle, es
posible que se haya contemplado hasta la estrategia de las gafas. No desde un punto de vista judicial estrictamente, que se supone
que los encargados de ello (jueces, abogados de las diferentes partes...) llevan ya muchos años, y estarán volcados en lo
suyo, sino de cara a la galería, como cortina de humo.
Según la opinión de este vecino del mundo, se intentó que la atención del público en general se pudiera dirigir más hacia unas gafas de un amarillo, y gusto, cuando menos cuestionable, que a todo lo que al parecer ignoraba, o había olvidado, quizás demasiado, de aquellos asuntos, e incluso que en Nóos no había interés crematístico, que ya es mucho decir, porque de ahí a una O.N.G. hay poca diferencia...
Según la opinión de este vecino del mundo, se intentó que la atención del público en general se pudiera dirigir más hacia unas gafas de un amarillo, y gusto, cuando menos cuestionable, que a todo lo que al parecer ignoraba, o había olvidado, quizás demasiado, de aquellos asuntos, e incluso que en Nóos no había interés crematístico, que ya es mucho decir, porque de ahí a una O.N.G. hay poca diferencia...
Ya se sabe que en un juicio todo vale, y cuando se
intenta hacer un truco de magia, no se pregona que se va a hacer, se saca la
paloma o el conejo directamente ante el asombro del respetable. Ayer, fueron
las gafas.
*FOTO: DE LA RED