Con eso del “Fin de año”, ya
estamos en plena vorágine de los recuerdos recopilatorios. Los famosos que nos
han dejado este año, por ejemplo, o
parejas, ellos y ellas, a las que se les rompió el amor, como dice la canción,
de tanto usarlo…
Los parados de otros años,
que siguen igual de parados cuando terminan contratos más que pequeños, ridículos,
y que solo sirven para dar intermitencia a los continuos abusos, no sólo de una
patronal a la búsqueda del mero enriquecimiento propio, y considerando a los
empleados más como carga, que como seres humanos, sino a un gobierno nunca
acostumbrado a templar gaitas y sí más a gobernar por decreto.
Todo proceso que tienda a
igualar acciones individuales, siempre le ha parecido a este vecino, una
especie de injusticia con cada uno de los originales.
Asuntos como “permanencia de
un partido determinado en el poder pese al futuro de cambio que se prometía” no
se sabe si deja bien a ese partido, como encantadores de injusticias anteriores
disfrazadas de intentos fallidos por falta de miras de una oposición impotente,
o mal, o bien a la sociedad que le tenía que votar, y consecuentemente juzgar.
En todo caso, como averiguar
el sexo de los ángeles, parece más un juego de artificio, para ir preparando
durante mucho tiempo, y cerrarlo en un momento determinado, especialmente los
últimos días de un año, que huele más a vacaciones, y a mirarse el ombligo
propio, que ver el panorama en general, cuando cada una de esas
particularidades que formaran un todo, está mirando más al descanso, que a un
futuro lleno de acción.
Quizás la propia metáfora de
la decoración navideña, haga que nos den gato por liebre. Que nos vendan la
cotidianidad, pero repleta de luces de artificio, y promesas de bondad que se
supone tenemos todos guardadas para regalarlas a espuertas en los últimos
días del año. Y así…¿darnos una especie de vaselina con todas las demás
injusticias del resto del año?
Quizás las comilonas ya
realizadas en estos días, y los ágapes
que todavía quedan, cada uno de acuerdo a sus posibilidades, actúen como
narcotizante de un presente/futuro que sabemos que está ahí ,y que nos queremos
auto-hipnotizar, para afirmar con honestidad, que nosotros no tenemos nada de
culpa, ante la estampa que viviste en carne y hueso, la mismísima tarde del 25
de Diciembre, fun fun fun, de ese pobre de solemnidad que te has encontrado, que se ha encontrado este vecino del mundo,
tirado en ese mismo cajero al que has ido a sacar más dinero para comprarte, o
regalar cualquier fruslería.
Cualquier presunto cuento de hadas, con un punto de realidad, se puede convertir en un drama.
*FOTO: F.E. Pérez Ruiz-Poveda