Normalmente, y todo blogger que se precie termina su
texto con una especie de conclusión final. Hoy para ahorraros tiempo, y por la
mala leche que tengo, os lo voy a poner fácil, y la conclusión la voy a exponer
al principio claramente:
Estoy
del “Black Friday”, o del “Viernes Negro”, hasta los mismísimos.
Creo que este vecino del mundo ha sido claro y
contundente.
Nosotros descubrimos América, y hace ya tantos años que
ni nos acordamos, y sin embargo ahora ellos, los sobrinos de Obama, que tampoco
quieren acordarse por otros motivos, nos dictan las directrices a seguir: el día de San Valentín,
Halloween, y desde hace unos añitos, el “Black Friday”.
Y ésto no es ninguna ganga, porque llega un momento en que
parece que los empresarios, esos que quieren que ganemos cada vez menos trabajando más, nos confunden
con una O.N.G. llamada algo así como “Clientes a destajo sin fronteras” y
quieren que en dos o tres días (porque aquí cada negocio se lo ha tomado, eso
sí, en plan muy español, “a la torera”, y lo que en Estados
Unidos es un día, aquí hay empresas que lo han transformado incluso en una
semana) les “arreglemos” el negocio del año.
En esta estrategia comercial netamente americana hay algo
que falla en su misma base, y es que el españolito de a pie, porque ya no tiene
ni para gasolina, cobra, el que tiene la suerte de “cobrar” (que no es lo mismo
que “trabajar”) a comienzos de mes siguiente, y ya en muchos casos del día diez
para adelante, y en estas fechas está más tieso que la tercera pierna de Nacho
Vidal.
De qué te sirve que promocionen ahora, por ejemplo,
televisores con un descuento del sesenta por ciento, si tú hace tiempo que
pusiste todo tipo de velas a todos los santos imaginables para que no se te
estropee nada de lo que tienes en casa. Y te has hecho un tatuaje mental que te recuerda: “Virgencita que me quede como estoy”.
En realidad todo este tipo de ofertas son simples tiritas
para la enfermedad crónica que sufrimos: somos pobres sobrevenidos, y si
quieren que sigamos comprando, tendrán que bajar los precios (esos que han
subido durante estos años, y que comenzaron con el “redondeo” al cambiar de
pesetas a euros) pero no para días contados, sino para siempre. Y que no me
digan que eso repercutiría en el sueldo de los empleados, porque este sueldo ha
ido bajando y los precios subiendo, que como dice la canción, “que es una
barbaridad”.
Lo dicho: Estoy del Fuck Friday, con perdón, hasta el
finiquito y mucho más.
*FOTO: DE LA RED