No soy de esas personas que se hayan planteado alguna vez
si hubieran querido vivir en alguna otra época, entre otras cosas porque hay lo
que hay, y por mucho que se patalee no se van a modificar las hojas del
calendario.
Sí hay, en cambio, algo que si echo de menos en la época
en que vivimos: es el uso, o mejor dicho, la falta de uso de los sombreros.
Quizás por la cantidad de películas vividas en blanco y
negro en la única cadena de televisión que entonces había, siempre me hubiera
gustado vivir en un mundo donde el uso del “sombrero” fuera habitual. Lo que
ocurre es que por falta de percha, o por exceso de ella, vaya usted a saber,
nunca he creído que me iban bien los sombreros, y menos un “panamá”, uno de los
reyes en el mundo del sombrero masculino, y “solo” he llegado al estatus de
gorra.
Tengo un amigo que dice siempre que al que Dios no le da
pelo, le da un bigote o una gorra, y quizás sea verdad.
De todas maneras, siempre me han gustado esas escenas del
cine de los años cuarenta y cincuenta, en que al ir a cualquier acontecimiento, los periodistas llevaban su carnet de prensa enganchado en la cinta del
sombrero.
Bond, James Bond, siempre ha sido más agente secreto
cuando al entrar en el despacho de la Señorita Moneypenny lanzaba su sombrero a
la percha. Siempre he estado convencido de que uno de los requisitos para ser
agente con el cero cero por delante era el lanzamiento de sombrero, y que en
cierta manera hacía sobrentender al espectador de que si con un sombrero se
desenvolvía también, con una pistola tenía que hacer todo tipo de malabarismos.
¿Qué hubiera sido de la imagen de Juri Zhivago sin un
sombrero de piel en su trasiego por las nevadas estepas rusas, o de la pintura de Eduardo Úrculo?
Aunque ya he reconocido anteriormente, que me he quedado
en el estadio intermedio entre calva y sombrero, que es la gorra, el uso de
ésta también tiene su aquel,
especialmente en un Donosti de viento y lluvia, cuya especialidad es la racha
de vientos en horizontal, que no hay paraguas que lo soporte.
Además, y ya para terminar, lo bien que quedas cuando
algún gracioso, que hay muchos, te dice eso de “menuda gorra llevas”, y le
contestas con el desafiante y algo enigmático “mejor llevarla, que ir
de gorra”. Con lo cual se demuestra que mientras te quitas el sombrero para expresar admiración, sin embargo, con la gorra puesta se puede joder, y mucho…
*CUADRO:
“SKY LINE LA GRAN TENTACIÓN ", DE EDUARDO ÚRCULO