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sábado, 29 de febrero de 2020

BATIENDO UN "RACCORD"


Ha habido seguidores, no ahora sino siempre, que me han mandado mensajes comentándome que a veces les trato de tú y otras de usted. Y se preguntan por qué.

No hay nada raro. Si habláramos en argot cinematográfico, no es que haya un fallo de “raccord”, o de continuidad, y ahora por ejemplo aparece un sombrero en la mano del protagonista que instantes antes no estaba.
Lo único que ocurre es que esta ventana, este mirador con vistas a todo, dentro y fuera, se creó para hablar sin pretensiones ni afectaciones. 

Cada uno aterriza en cada día como se levanta de ese accidente diario, y le brotan los sentimientos de esa manera. A veces hablo de tú, otras de usted, o incluso en primera persona, en tercera.

En realidad, la vida misma nos trata así, de protagonistas, o de meros comparsas. Si empiezas, a pulir tu estilo en demasía, le puedes restar frescura y sinceridad a tu discurso. Y lo bonito, o al menos lo honesto, ya que vas a comentar lo que te ronda, hacerlo como surge, como diría un enviado especial, desde el mismo epicentro de la noticia.

Estamos en un continuo, y que se me entienda bien, hundimiento del Titanic. El salvarme yo, y después otra vez yo. Ahora mismo, el personaje encarnado por Di Caprio seguro que se quedaba fuera de la salvación pero no por amor, sino por puro egoísmo del otro.

Creo que desde hace tiempo, y ahora se está acentuando, no nos paramos para hablar con el de al lado. Nuestras historias pareciera que cada vez tienen menos presupuesto y solo existieramos nosotros. Somos de rumiar lo nuestro, pero no de fijarnos en el otro. 

En realidad no debería importar si nos comunicamos de tú o de usted, sino que hablemos e intercambiemos efluvios guturales, esculturas sonoras de mejor o peor calidad, góticas o abstractas. No importa tener ahora un sombrero en una mano, y de pronto un clavel. Lo importante es estar.

*FOTO: DE LA RED

viernes, 8 de abril de 2016

LOS PAPELES DE PANAMÁ, O EL SINO DE LA JODIENDA




La primera vez que leí lo de “los papeles de Panamá”, pensé que era un buen título, además sonaba a déjà vu para un best-seller. Ahora  resulta que lo que iba para novela, va a pasar de culebrón a una enciclopedia de más/menos mil volúmenes.


Tal como están las cosas, va a haber un antes y un después, y los citados papeles pueden actuar como una especie de criptonita  para aquellos que de llevar la cabeza tan levantada, corriendo incluso  riesgo de desnucarse, van a sufrir de pánico a tener que salir, si salen, a la calle, con gafas negras y con el teléfono móvil siempre en la oreja, para fingir que no oyen a los periodistas que les van a rodear durante bastante tiempo.


Lo más curioso es que muchos de ellos, al ser preguntados, dicen eso de “sí, la tengo, pero no la he utilizado nunca, y eso sí, estoy  totalmente al día con Hacienda", y tú te quedas en duda si esa Hacienda será la nuestra o su vecina de Panamá, a la que tampoco ha visto desde entonces.


Estos papeles criptonita están resultando la mar de eficaces a la hora de detectar “fariseos”; esas figuras con cierto púlpito para poder hablar y que han ido diciendo una cosa, como para dar ejemplo, y ahora parece que ellos hacían otra. Sería una especie de democratizar la mirada del personal. Aunque seguro que también saldrá el típico lumbreras que dirá eso tan socorrido de  “y tú no lo haces porque no tienes dónde caerte muerto…


Al final internet y los hackers van a ser lo que en las sagradas escrituras venía reflejado como el “juicio final”, porque a más de uno se le ha visto la patita, con al “entonces” Primer Ministro de Islandia, Sigurður Ingi Jóhannsson a la cabeza, juzgado en vivo y en directo. Y que ya no podrá decir nunca que no intentó “escurrir el bulto”, o lo que es peor, hacerse pasar por sueco cuando es islandés.



Para gente de la edad de este vecino, dejando los cincuenta, decir "Panamá", como mucho, era decir el país de ese célebre canal, el sombrero del mismo nombre, y aquel cantante, ya fallecido, del “cisne cuello negro, cisne cuello blanco”, Basilio; y que Miguel Bosé, de la quinta del vecino, había nacido allí, teniendo además, doble nacionalidad.


Ahora, Panamá, o mejor dicho sus papeles, están siendo, como ya ha dicho este vecino anteriormente, una especie de gran juicio final, o al menos, una especie de test, como el de la rana, de que muchos perdieron la virginidad moral, hace tiempo. Aunque muchos de los sorprendidos, por sus respuestas, nos quieran recordar a aquel momento en que compras condones por primera vez, y te pillan en casa. No has follado, y sin embargo, curiosamente, la jodienda la vas a tener en tu propio hogar, pero de otra manera.


*FOTO: DE LA RED, Y PATXIPE


lunes, 28 de abril de 2014

COGE TU SOMBRERO Y PÓNTELO...

No soy de esas personas que se hayan planteado alguna vez si hubieran querido vivir en alguna otra época, entre otras cosas porque hay lo que hay, y por mucho que se patalee no se van a modificar las hojas del calendario.
Sí hay, en cambio, algo que si echo de menos en la época en que vivimos: es el uso, o mejor dicho, la falta de uso de los sombreros.
Quizás por la cantidad de películas vividas en blanco y negro en la única cadena de televisión que entonces había, siempre me hubiera gustado vivir en un mundo donde el uso del “sombrero” fuera habitual. Lo que ocurre es que por falta de percha, o por exceso de ella, vaya usted a saber, nunca he creído que me iban bien los sombreros, y menos un “panamá”, uno de los reyes en el mundo del sombrero masculino, y “solo” he llegado al estatus de gorra.
Tengo un amigo que dice siempre que al que Dios no le da pelo, le da un bigote o una gorra, y quizás sea verdad.
De todas maneras, siempre me han gustado esas escenas del cine de los años cuarenta y cincuenta, en que al ir a cualquier acontecimiento, los periodistas llevaban su carnet de prensa enganchado en la cinta del sombrero.
Bond, James Bond, siempre ha sido más agente secreto cuando al entrar en el despacho de la Señorita Moneypenny lanzaba su sombrero a la percha. Siempre he estado convencido de que uno de los requisitos para ser agente con el cero cero por delante era el lanzamiento de sombrero, y que en cierta manera hacía sobrentender al espectador de que si con un sombrero se desenvolvía también, con una pistola tenía que hacer todo tipo de malabarismos.
¿Qué hubiera sido de la imagen de Juri Zhivago sin un sombrero de piel en su trasiego por las nevadas estepas rusas, o de la pintura de Eduardo Úrculo?
Aunque ya he reconocido anteriormente, que me he quedado en el estadio intermedio entre calva y sombrero, que es la gorra, el uso de ésta también tiene su  aquel, especialmente en un Donosti de viento y lluvia, cuya especialidad es la racha de vientos en horizontal, que no hay paraguas que lo soporte.
Además, y ya para terminar, lo bien que quedas cuando algún gracioso, que hay muchos, te dice eso de “menuda gorra llevas”, y le contestas con el desafiante y algo enigmático “mejor llevarla, que ir de gorra”. Con lo cual se demuestra que mientras te quitas el sombrero para expresar admiración, sin embargo, con la gorra puesta se puede joder, y mucho…

*CUADRO: “SKY LINE LA GRAN TENTACIÓN ", DE EDUARDO ÚRCULO


miércoles, 16 de octubre de 2013

CABEZA DE MAL SOMBRERO

¿No os ha dado nunca la sensación de que no estáis en el lugar que verdaderamente quisierais estar en ese mismo momento?
Son muy frecuentes, para este vecino del mundo, los casos en que desearía estar en otro sitio, hacer otras cosas, y sin embargo cuando estás haciendo eso, ya desea encontrarte en otro lugar.
No sé si será la expresión popular “eres un culo de mal asiento” lo que le ocurra a este vecino, pero si buscamos dentro de nosotros, “el que esté libre de pecado que tire la primera piedra”.
Y este vecino no se refiere a esos momentos en que prefieres que te trague la tierra, porque a lo mejor estás sintiendo vergüenza ajena, o incluso propia, sino a aquellos en que tras desear durante mucho tiempo por ejemplo, visitar un sitio determinado, en realidad ya deseas encontrarte en otro lugar.
Quizás sea verdad aquel pensamiento del escritor Robert Louis Stevenson de que  ”Yo no viajo por ir a alguna parte, sino por ir. Por el hecho de viajar. La cuestión es moverse”.
Y este vecino no se refiere solo al hecho físico de viajar, sino también, y preferentemente, con la mente. Espero que este caso, el de este vecino, no sea el primer caso de “cabeza de mal sombrero”, por denominarlo de alguna manera, porque creo que estará clarísimo que uno de los componentes principales, sino el principal, de todo ésto es la ilusión, y quizás cuando se comienza algo, algo deseado durante mucho tiempo, sea el momento de más ilusión, que no "ilusionante" como acostumbra a decirse ahora.
Ocurre lo mismo cuando uno “inaugura” el casillero de sus vacaciones. La ilusión plena es el momento anterior a comenzarlas. Si el lunes ya no tienes que ir a trabajar, para aquel que tenga trabajo, el fin de semana anterior, es de los que se deben denominar “fin de semana glorioso
Quizás, entonces, el verdadero tesoro sea “imaginar”, y no lo “imaginado”. Incluso, según la tradición católica, todo empezó en el Paraíso, y a todos nos gustaría nuestro paraíso particular, nuestro Xanadú bíblico, pero una vez conseguido, seguro que le encontraríamos defectos, como el costoso mantenimiento, o el cercarlo, el ponerle puertas al campo, más que nada para que no haya tanta corriente.
Ya lo dijo el escritor Salman Rushdie: “El lenguaje y la imaginación no pueden ser aprisionados”, y no hay mejor tesoro, añade este vecino, que  la libertad, aunque sea para imaginar.

*ILUSTRACIÓN: DE LA RED