La primera vez que leí lo de “los papeles de Panamá”, pensé
que era un buen título, además sonaba a déjà vu para un best-seller. Ahora resulta que lo que iba para novela, va a pasar de culebrón a una enciclopedia de más/menos mil volúmenes.
Tal como están las cosas, va a haber un antes y un después,
y los citados papeles pueden actuar como una especie de criptonita para aquellos que de llevar la cabeza tan
levantada, corriendo incluso riesgo de desnucarse, van a sufrir de pánico a tener que salir, si salen, a la calle, con gafas negras y con el teléfono móvil siempre en la oreja, para fingir que
no oyen a los periodistas que les van a rodear durante bastante tiempo.
Lo más curioso es que muchos de ellos, al ser preguntados, dicen eso de “sí,
la tengo, pero no la he utilizado nunca, y eso sí, estoy totalmente al día con Hacienda", y tú te
quedas en duda si esa Hacienda será la nuestra o su vecina de Panamá, a la que tampoco ha visto desde entonces.
Estos papeles criptonita están resultando la mar de
eficaces a la hora de detectar “fariseos”; esas figuras con cierto
púlpito para poder hablar y que han ido diciendo una cosa, como para dar
ejemplo, y ahora parece que ellos hacían otra. Sería una especie de
democratizar la mirada del personal. Aunque seguro que también saldrá el típico
lumbreras que dirá eso tan socorrido de “y
tú no lo haces porque no tienes dónde caerte muerto…”
Al final internet y los hackers van a ser lo que en las
sagradas escrituras venía reflejado como el “juicio final”, porque a más de uno
se le ha visto la patita, con al “entonces” Primer Ministro de Islandia, Sigurður
Ingi Jóhannsson a la cabeza, juzgado en vivo y en directo. Y que ya no podrá
decir nunca que no intentó “escurrir el bulto”, o lo que es peor, hacerse pasar por sueco cuando es islandés.
Para gente de la edad de este vecino, dejando los
cincuenta, decir "Panamá", como mucho, era decir el país de ese célebre canal, el sombrero del mismo nombre, y aquel cantante, ya fallecido, del “cisne cuello negro, cisne cuello blanco”,
Basilio; y que Miguel Bosé, de la quinta del vecino, había nacido allí, teniendo además, doble nacionalidad.
Ahora, Panamá, o mejor dicho sus papeles, están siendo, como ya ha dicho este vecino anteriormente, una
especie de gran juicio final, o al menos, una especie de test, como el de la rana, de que muchos perdieron la
virginidad moral, hace tiempo. Aunque muchos de los sorprendidos, por sus respuestas, nos quieran recordar a aquel momento en que compras condones por primera vez, y te pillan
en casa. No has follado, y sin embargo, curiosamente, la jodienda la vas a tener en tu propio hogar, pero de otra manera.
*FOTO: DE LA RED, Y PATXIPE
*FOTO: DE LA RED, Y PATXIPE