Para los ya metiditos en años, parece que fue ayer cuando
hubiéramos hecho de todo, y al final lo hicimos, para poder entrar en el que llamábamos en un entonces “mercado común europeo”.
Viendo lo
ocurrido ayer en la Plaza Mayor de Madrid, el comportamiento de unos hinchas
del PSV, holandeses, hacia cuatro indigentes rumanas, quizás después de todo,
juntarse con “eso”, no era el Edén, o el
cielo pensado. Porque en el cielo, se supone, eso nos enseñaban, que no se hacía distinción ni de
sexo, ni de etnia, y lo de ayer, se mire como se mire, fue una vergüenza.
Unos hechos, turistas-hinchas de un equipo, holandés
en este caso, haciendo tiempo para el partido de la noche, mientras se toman unas cañas,
hacen mofa y befa de unas, cuatro, indigentes rumanas. Eso no deja de ser auténtica pornografía
de unos ciudadanos europeos desprovistos de sentimientos y de la nula empatía
con los sufrientes.
No quiero dramatizar, pero nunca, nunca, me he sentido tan
mal como viendo esas imágenes, pensé que me iba a dar una especie de ataque de
nervios.
El problema no es solo lo que ocurrió ayer, que no es
poco, sino que eso, al menos a este vecino del mundo le
ocurrió, te lleva directamente, y sin anestesia, al recuerdo de los refugiados,
que inevitablemente, y en cada uno de los segundos que nosotros respiramos
seguridad, ellos están sufriendo aparte de nuestro desdén e incomprensión, todo
tipo de calamidades.
Este mirar para otro lado, no ha ocurrido ni en las
peores guerras del siglo pasado. Quizás por darle una explicación, que no sé si
la tiene, las generaciones de ahora especialmente, se han criado entre una
auténtica borrachera de imágenes, de todo tipo de historias, reales e irreales,
entre películas y videojuegos, que ya en nuestro mismo interior, tenemos asumido que terminan y
desaparecen, cuando nos desenchufamos de ellas. Tenemos activado una especie de “enchufe
sentimental”, por el cual al quitar unas imágenes de nuestra vista, muy en
nuestro interior creemos que ya no existen.
No podré olvidar, ni quiero, esa mano meciendo al aire un
billete de uso completamente legal al que acaba de prender fuego, para que una
mujer sin recursos intente cogerlo, y quizás se queme.
Ahora se está diciendo que mediante estructuras
deportivas quizás se pueda demandar a esos “turistas deportivos”, por conducta,
precisamente y para más inri, antideportiva. Y en el fondo a este vecino del mundo eso le
recuerda a todo un símbolo de la maldad y de la conducta delictiva, como fue Al
Capone, y que al final solo pudo ser metido en chirona, no por mafioso, y brazo
ejecutor de muchos asesinatos, sino por evasión de impuestos.
En el fondo, muchos nos avergonzamos de lo ocurrido ayer, porque los protagonistas no dejan de ser la viva imagen del estatus al que, muy
en el fondo, siempre hemos querido llegar. Y ahora nos damos de bruces con algo
que no esperábamos, y que descubrimos que no por ser, quizás líderes en Europa,
su conducta después de todo no sea tan intachable. Aunque lo puedan remediar, eso sí, siempre con dinero, pagando por sus posibles errores en cualquier corte de su
país, o de los organismos europeos.
Todos sabemos que obtener el “no culpable” no
es lo mismo que ser “inocente”. Precisamente, ayer, “inocentes”, en la Plaza Mayor de Madrid, durante los incidentes, solo lo fueron las cuatro indigentes, que hasta llegaron a hacer flexiones por unos céntimos, de ese euro,
que se supone que nos une más que nunca.
*FOTO: DE LA RED