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miércoles, 16 de marzo de 2016

PORNOGRAFÍA EN NUESTRO ENCHUFE SENTIMENTAL



Para los ya metiditos en años, parece que fue ayer cuando hubiéramos hecho de todo, y al final lo hicimos, para poder entrar en el que llamábamos en un entonces “mercado común europeo”.  


Viendo lo ocurrido ayer en la Plaza Mayor de Madrid, el comportamiento de unos hinchas del PSV, holandeses, hacia cuatro indigentes rumanas, quizás después de todo, juntarse con “eso”,  no era el Edén, o el cielo pensado. Porque en el cielo, se supone, eso nos enseñaban,  que no se hacía distinción ni de sexo, ni de etnia, y lo de ayer, se mire como se mire, fue una vergüenza.


Unos hechos, turistas-hinchas de un equipo, holandés en este caso, haciendo tiempo para el partido de la noche, mientras se toman unas cañas, hacen mofa y befa de unas, cuatro, indigentes rumanas. Eso  no deja de ser auténtica pornografía de unos ciudadanos europeos desprovistos de sentimientos y de la nula empatía con los sufrientes.


No quiero dramatizar, pero nunca, nunca, me he sentido tan mal como viendo esas imágenes, pensé que me iba a dar una especie de ataque de nervios.


El problema no es solo lo que ocurrió ayer, que no es poco, sino que eso, al menos a este vecino del mundo le ocurrió, te lleva directamente, y sin anestesia, al recuerdo de los refugiados, que inevitablemente, y en cada uno de los segundos que nosotros respiramos seguridad, ellos están sufriendo aparte de nuestro desdén e incomprensión, todo tipo de calamidades.


Este mirar para otro lado, no ha ocurrido ni en las peores guerras del siglo pasado. Quizás por darle una explicación, que no sé si la tiene, las generaciones de ahora especialmente, se han criado entre una auténtica borrachera de imágenes, de todo tipo de historias, reales e irreales, entre películas y videojuegos, que ya en nuestro mismo interior, tenemos asumido que terminan y desaparecen, cuando nos desenchufamos de ellas. Tenemos activado una especie de “enchufe sentimental”, por el cual al quitar unas imágenes de nuestra vista, muy en nuestro interior creemos que ya no existen.


No podré olvidar, ni quiero, esa mano meciendo al aire un billete de uso completamente legal al que acaba de prender fuego, para que una mujer sin recursos intente cogerlo, y quizás se queme.


Ahora se está diciendo que mediante estructuras deportivas quizás se pueda demandar a esos “turistas deportivos”, por conducta, precisamente y para más inri, antideportiva.  Y en el fondo a este vecino del mundo eso le recuerda a todo un símbolo de la maldad y de la conducta delictiva, como fue Al Capone, y que al final solo pudo ser metido en chirona, no por mafioso, y brazo ejecutor de muchos asesinatos, sino por evasión de impuestos.


En el fondo, muchos nos avergonzamos de lo ocurrido ayer, porque los protagonistas no dejan de ser la viva imagen del estatus al que, muy en el fondo, siempre hemos querido llegar. Y ahora nos damos de bruces con algo que no esperábamos, y que descubrimos que no por ser, quizás líderes en Europa, su conducta después de todo no sea tan intachable. Aunque lo puedan remediar, eso sí, siempre con dinero, pagando por sus posibles errores en cualquier corte de su país, o de los organismos europeos.



Todos sabemos que obtener el “no culpable” no es lo mismo que ser “inocente”.  Precisamente, ayer, “inocentes”, en la Plaza Mayor de Madrid, durante los incidentes, solo lo fueron las cuatro indigentes, que hasta llegaron a hacer flexiones por unos céntimos, de ese euro, que se supone que nos une más que nunca.


*FOTO: DE LA RED

martes, 6 de enero de 2015

LOS REYES MAGOS: EL FIN DE LA LEYENDA

Cada vez lo entiendo menos. En un país en el que aprovechamos cualquier momento para recordar que hay más futuro que la monarquía, y que eso de la sangre azul es, antes se decía una falacia, una leyenda urbana, una de las principales fiestas nuestras es la de los Reyes Magos de Oriente. El día 6 de Enero, en España, todos somos monárquicos practicantes de pura cepa.
Curioso también que mientras en cualquier fiesta aprovechamos la frase “ésto lo inventaron los grandes almacenes para vender más” en este día eso no se recuerda, y quién más quién menos se levanta cuando menos “escamado” con la esperanza de que piensen que hemos sido buenos, o que estamos buenos, por aquello del amor, y nos regalen unas cuantas cosas.
Un olor que este vecino del mundo tiene asociado todavía a esta festividad es el de la pólvora. No, no es que me regalaran pistolas, que también (las mías fueron pensando en Gary Cooper, y me quedaba como él “Solo ante el peligro” en la penumbra de ese pasillo al que todos hemos temido cuando se apagaba la luz), sino por el olor de las antorchas y salvas que se disparaban durante la cabalgata de la noche anterior.
El olor a pólvora me recuerda a esas noches largas de espera, con los nervios a flor de piel, y en las que, sudoroso, apenas dormía.
Siempre me pregunté el sistema que los Magos de Oriente tenían para otorgar los regalos, porque todo parecido con lo que yo pedía en la carta, siempre fue pura coincidencia. Es más, mis regalos nunca se anunciaron en la única televisión que entonces había.
En realidad, y ahora me doy más cuenta que nunca, no hay nada nuevo bajo el sol, y cuando éramos pequeños, en el caso de este vecino del mundo a finales de los cincuenta, todo funcionaba como ahora con este gobierno y con el Mercado Común Europeo, pedías unas cosas, pero ya durante todo el año eras condicionado con publicidad encubierta a que “los Reyes son los que en realidad saben lo que tú necesitas”. Y por eso cada 6 de Enero, a la noche de los sueños, seguía las mañanas de decepciones, pues junto con un pequeño juguete, sin marca, y que no habías visto en ninguna juguetería de las pocas que entonces había en un pueblo, te encontrabas con ropa, “porque ya te estás haciendo mayor”, y útiles para el colegio, “para que seas un hombre de provecho”.
En realidad, y todo visto desde ahora, esas dos últimas frases son primas hermanas de ese famoso “habéis vivido por encima de vuestras posibilidades”, con el que los Reyes Magos que ahora nos dirigen tanto en España como en Europa, anunciaban el carbón que durante años nos está viniendo como regalo por nuestro supuesto comportamiento.
La verdad, y aunque nunca lo dije, siempre pensé que eso de ser “un niño formal” no era rentable, porque yo tenía amigos malos hasta decir basta,  y sus regalos siempre fueron los que ellos pedían, y yo, que como mis padres decían, ni ellos ni los reyes podían tener queja de mi comportamiento, siempre recibí, desde mi punto de vista de entonces, “regalos aburridos”.
Por eso, a medida que vas cumpliendo años, muchos años, cada vez comparas más las vísperas de Reyes Magos con las noches de pasión, y piensas que quizás son mejores los prolegómenos que los resultados. Y, si nos referimos a la Iglesia, ésta te va diciendo que por mucho que sufras en esta vida, siempre tendrás tus regalos, tu recompensa, en la otra; este vecino recuerda entonces las mañanas del día 6 de Enero, y no puede menos que esbozar una ligera sonrisa mientras en su cabeza una vocecita con eco dice “Menos cuentos, caperucita…”. Y eso, que entonces aún no había visitado las dependencias vaticanas, y ver todos los regalos que se “amasan” allí, y que no dejan para el más allá.

*FOTO: FOTOGRAMA DE BEN-HUR.