martes, 6 de enero de 2015

LOS REYES MAGOS: EL FIN DE LA LEYENDA

Cada vez lo entiendo menos. En un país en el que aprovechamos cualquier momento para recordar que hay más futuro que la monarquía, y que eso de la sangre azul es, antes se decía una falacia, una leyenda urbana, una de las principales fiestas nuestras es la de los Reyes Magos de Oriente. El día 6 de Enero, en España, todos somos monárquicos practicantes de pura cepa.
Curioso también que mientras en cualquier fiesta aprovechamos la frase “ésto lo inventaron los grandes almacenes para vender más” en este día eso no se recuerda, y quién más quién menos se levanta cuando menos “escamado” con la esperanza de que piensen que hemos sido buenos, o que estamos buenos, por aquello del amor, y nos regalen unas cuantas cosas.
Un olor que este vecino del mundo tiene asociado todavía a esta festividad es el de la pólvora. No, no es que me regalaran pistolas, que también (las mías fueron pensando en Gary Cooper, y me quedaba como él “Solo ante el peligro” en la penumbra de ese pasillo al que todos hemos temido cuando se apagaba la luz), sino por el olor de las antorchas y salvas que se disparaban durante la cabalgata de la noche anterior.
El olor a pólvora me recuerda a esas noches largas de espera, con los nervios a flor de piel, y en las que, sudoroso, apenas dormía.
Siempre me pregunté el sistema que los Magos de Oriente tenían para otorgar los regalos, porque todo parecido con lo que yo pedía en la carta, siempre fue pura coincidencia. Es más, mis regalos nunca se anunciaron en la única televisión que entonces había.
En realidad, y ahora me doy más cuenta que nunca, no hay nada nuevo bajo el sol, y cuando éramos pequeños, en el caso de este vecino del mundo a finales de los cincuenta, todo funcionaba como ahora con este gobierno y con el Mercado Común Europeo, pedías unas cosas, pero ya durante todo el año eras condicionado con publicidad encubierta a que “los Reyes son los que en realidad saben lo que tú necesitas”. Y por eso cada 6 de Enero, a la noche de los sueños, seguía las mañanas de decepciones, pues junto con un pequeño juguete, sin marca, y que no habías visto en ninguna juguetería de las pocas que entonces había en un pueblo, te encontrabas con ropa, “porque ya te estás haciendo mayor”, y útiles para el colegio, “para que seas un hombre de provecho”.
En realidad, y todo visto desde ahora, esas dos últimas frases son primas hermanas de ese famoso “habéis vivido por encima de vuestras posibilidades”, con el que los Reyes Magos que ahora nos dirigen tanto en España como en Europa, anunciaban el carbón que durante años nos está viniendo como regalo por nuestro supuesto comportamiento.
La verdad, y aunque nunca lo dije, siempre pensé que eso de ser “un niño formal” no era rentable, porque yo tenía amigos malos hasta decir basta,  y sus regalos siempre fueron los que ellos pedían, y yo, que como mis padres decían, ni ellos ni los reyes podían tener queja de mi comportamiento, siempre recibí, desde mi punto de vista de entonces, “regalos aburridos”.
Por eso, a medida que vas cumpliendo años, muchos años, cada vez comparas más las vísperas de Reyes Magos con las noches de pasión, y piensas que quizás son mejores los prolegómenos que los resultados. Y, si nos referimos a la Iglesia, ésta te va diciendo que por mucho que sufras en esta vida, siempre tendrás tus regalos, tu recompensa, en la otra; este vecino recuerda entonces las mañanas del día 6 de Enero, y no puede menos que esbozar una ligera sonrisa mientras en su cabeza una vocecita con eco dice “Menos cuentos, caperucita…”. Y eso, que entonces aún no había visitado las dependencias vaticanas, y ver todos los regalos que se “amasan” allí, y que no dejan para el más allá.

*FOTO: FOTOGRAMA DE BEN-HUR. 


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