Me gustaría, y a
quién no, ser siempre original y empezar
con algo “rompedor” en cada escrito. Pero hoy va a ser imposible, porque
mi cuerpo solo me pide decir algo así como ..”Y ahora viene la lista de turno,
en este caso Ángeles Carmona (Presidenta
del Observatorio contra la Violencia de Género del Consejero General del Poder
Judicial), diciendo que quiere eliminar el "piropo" porque según ella
"supone una invasión a la intimidad de la mujer".
Como uno no ha nacido ayer, y sabe cómo va ésto, vaya
primero por delante que si se hubiera tratado de un hombre, de la persona que
estoy hablando, me hubiera expresado de la misma manera, porque ya solo falta que
se prohíba respirar porque es malo para la capa de ozono.
Ocurre, y ya perdonarán, que desde que al hombre, y a la
mujer, se les dio el poder, y no me refiero al legislativo, de hablar y de
comunicarse mediante la palabra, se creó la opinión, y desde el momento en que
una mujer y un hombre, también, se dejan ver, según la leyenda, primero en el
Paraíso, y luego por un pequeño rifirrafe, fuera de él, se practica la opinión
en el arte de las relaciones humanas; y unas serán elevadas, y otras incluso
serán rastreras, y por supuesto censurables, pero ésto en sí, es el juego de la
vida: el oír opiniones, y en consecuencia intercambio de conocimientos entre
unos y otros, y el saber hacia dónde, o dónde no, dirigir nuestros pasos como
maniobra de acercamiento, o de todo lo contrario.
Está claro que dentro de los piropos, como todo en esta
vida, hay muchos niveles, y algunos desgraciadamente rayarán en la zafiedad, o
en el mal gusto, en cuyo caso, la persona que lo recibe siempre será muy libre
de responder como crea conveniente, pero hay casos en el que el creador de un
piropo puede ser un verdadero artista. Pero sea así, artista, o simplemente
zafio, el creador de un piropo, para lo bueno o para lo malo, siempre queda
retratado, y se puede decir incluso, que en el peor de los casos, en el pecado
llevará la penitencia. La penitencia de que todo el mundo le mire reprobándole la
salida de pata de banco.
Tampoco convendrá olvidar que el piropo, en la gran mayoría
de las veces, está muy ligado al sentido del humor, pero nunca con la
humillación, porque eso siempre es otra cosa.
La verdad es que al menos por donde vive este vecino del
mundo, Euskadi, el piropo no se practica mucho. Sin embargo, recuerdo una vez,
que estando en los “Madriles”, porque además los piropos son para contarlos
así, con gracia, y no con zafiedad, una morena, una mujer morena, de curvas
peligrosas y desafiantes con la gravedad, iba paseando en plena Gran Vía, y
como si fuera un torero se iba recreando en la suerte de andar, contoneándose como
un terremoto de grado cinco. En un momento dado, y por décimas de segundo,
desapareció todo tipo de ruido, y una voz, varonil, y bien templada de dicción,
soltó lo siguiente: “Los claveles de Córdoba, a tu lado, parecen lechugas”. La señorita que se dio, por supuesto, por
aludida, se paró por un momento, y le miró, mientras en sus labios, apareció
una sonrisa. Y se fue. Se fue como se va el tiempo, en un momento; pero todos
nos quedamos con una sonrisa, y con las ganas, por lo menos, de haber sido
suficientemente habilidosos como para haber engarzado tan bonito pensamiento.
Lo que ocurre, y este vecino lo sabe también, es
más habitual la zafiedad, y desde el momento en que he leído el artículo en el
que se hacía referencia al deseo de la Señora o Señorita (para no ser
irrespetuoso) Ángeles Carmona, de eliminar los piropos, me he acordado, y no sé
por qué, de Merche, mi vecina del tercero, y los improperios que muchas veces
suelta, porque se escucha a lo largo y ancho del patio de luces, a su marido,
recordándole lo calzonazos que es. Y me ha venido a la mente, que quizás es
porque nunca le ha dicho, ni siquiera en una décima de segundo, un buen piropo
a su mujer. Pero seguro que el caso del marido de Merche, no será de la incumbencia
de Ángeles Carmona. ¡Una verdadera lástima!
*FOTO: DE LA RED
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