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miércoles, 12 de septiembre de 2018

DE LA VIDA UN CHISTE, O-VARIOS...



Esta noche he soñado que tenía problemas con la nevera, con llenar la nevera, y lo arreglaba, no la nevera sino mi situación económica, haciendo de mi vida muchos chistes, y vendiéndolos.

Siempre me ha atraído esa vida-leyenda de un Woody Allen despedazando todos sus complejos, todos sus miedos,  y vendiéndolos en forma de chascarrillos-chistes-sucedidos.

En realidad, es lo que llevo haciendo en este blog desde hace ocho años y un mes, y no es una condena sino una realidad. Con la salvedad de que no cobro nada por ello, y ha habido tiempos, que ya han pasado, en que he vivido en mono, nada de estéreo ni de drogas, y en blanco y negro. Sobre todo en blanco, por la línea blanca de Eroski, de la que compraba casi todo.

Y es que estamos en unos tiempos en que parece vergonzoso o incluso egoísta quejarse, porque siempre hay gente que está peor que tú. Y entonces es mejor coger la estela de un Woody Allen que pone en solfa todo su mundo  y se ríe de sí mismo. En realidad, hoy sería una especie de “influencer de perdedores", y de los que buscan, no cinco patas, sino seis al gato.

Ya no nos dejan ni quejarnos. No se puede hacer una caricatura de Serena Williams, porque eso es seximo, racismo, y cualquier otro "-mo" que se te ocurra; cuando, seamos sinceros, la querida Serena, con tanto músculo, y ahora tutús, ya es una caricatura de sí misma. A los dibujantes de revistas satíricas como, por ejemplo, "El jueves", cada vez se lo ponen más difícil. Sin embargo hay que soportar con una sonrisa en los labios, porque es lo casi-último en modernidad, anuncios en los que ponen a los hombres como inútiles, aunque lo seamos.

Soy de la opinión de que la prueba del algodón de cualquier supuesto es darle la vuelta al ejemplo en cuestión y hacerlo con el sexo cambiado. Y esos anuncios, que van de feministas, y ridiculizan ahora al hombre, no pasarían la prueba, porque no se permitiría ridiculizar a la mujer, y, ojo, me parece bien no ridiculizar a nadie. Se están cometiendo ahora los mismos errores que antaño, pero al revés. Sin embargo, como llevan aroma de “macho” marchitado, se permiten.

Ya no sé, me imagino que no, si en las discotecas ahora se pide baile. Pero si una chica, que no te gusta, te pide baile, y le dices que no, ya tienes el “pifostio” montado. Porque eres un machista y la has despreciado como mujer… Ahora parece que no se pueden dar calabazas, porque desprecias al otro sexo, cuando en realidad a mí personalmente me encanta, el otro sexo...

Por eso es mejor tomarse la vida como sugerencias de futuros chistes, y regalarlos incluso desde lugares como este blog, aunque seguro que ya habrá también alguna asociación de “guionistas  que a lo mejor pueda acusar a este vecino del mundo de practicar, por ejemplo, “dumping”, o de echar por los suelos el valor de la gracia, o la desgracia. Y yo diré eso de que a mí la palabra “dumping” siempre me ha sugerido imágenes de cuero, cadena y látigo. O lo que es la vida, un intercambio más o menos afortunado de olores, fluidos, y lo que viene siendo sentimientos.

*CARICATURA: DE LA RED

lunes, 27 de agosto de 2018

EMPAQUETANDO LA NADA



Ayer al atardecer caminando sin pretensiones por el paseo marítimo iba despidiéndome de lo que veía. No hay nada más melancólico que una palmera a media asta. Porque en estos días inciertos en los que las horas son importantes, sabes que de un día para otro los que te acompañan e incluso tú, ahora estás, pero mañana ya estás “devuelta a la normalidad”. Como si tus vacaciones hayan sido una especie de “asalto al Jardín de las delicias”.

Últimamente algún amigo me ha llamado al móvil, muy preocupado porque al leerme tenía serias dudas, según él, de estar usando “psicotrópicos”.

La verdad es que no sé si he arreglado el tema al decirle que la realidad es más peligrosa que esnifar pegamento. 

Si llega a vivir el bueno de Rafael Azcona, se hubiera vuelto al Edén donde sin duda estará eternamente, porque las cosas han tendido al superlativo hiperbólico (me acabo de despertar y todavía estoy con ramalazos de una vida que no es la mía en el día a día). 

Ya no se lleva el “buscarse la vida” si eres el hijo de un famosillo. Si no has seguido estudiando porque te quieres ganar la vida, y puedes, como tus padres, de exclusiva en exclusiva, nunca dirás, por ejemplo, que no haces nada. Sino que sorprenderás a todos,  proclamandote “influencer” de tu comunidad y "coacher" en gestión de tiempo libre.

Ahora somos especialistas en empaquetar la nada y ponerle un lazo vistoso al tocarse las pelotas, o al pelotazo, que aunque parecen muy diferentes, en realidad provienen de la misma familia.

Mientras escribo, me voy dando cuenta de que lo mismo que mi madre me prohibía bañar en la playa sin que pasaran tres horas de haber comido, me voy a tener que prohibir acercarme al ordenador si no se ha cumplido una hora desde que me levanté. Estoy convirtiendo el teclado en un arma de destrucción masiva. 

Además, no se puede regalar nada, ni siquiera tus tribulaciones. Hay que guardarlas y en su momento darle forma de “memorias”. Tendrán un bonito precio si consigues hacerte famoso, que en realidad viene siendo la póliza antigua que se incrustaba en cualquier documento, y que ahora autentifica el valor de lo vivido. O eres famoso, o tu vida no vale nada.

*FOTO: DE LA RED