Esta noche he soñado que tenía problemas con la nevera,
con llenar la nevera, y lo arreglaba, no la nevera sino mi situación económica,
haciendo de mi vida muchos chistes, y vendiéndolos.
Siempre me ha atraído esa vida-leyenda de un Woody Allen
despedazando todos sus complejos, todos sus miedos, y vendiéndolos en forma de
chascarrillos-chistes-sucedidos.
En realidad, es lo que llevo haciendo en este blog desde
hace ocho años y un mes, y no es una condena sino una realidad. Con la salvedad
de que no cobro nada por ello, y ha habido tiempos, que ya han pasado, en que
he vivido en mono, nada de estéreo ni de drogas, y en blanco y negro. Sobre
todo en blanco, por la línea blanca de Eroski, de la que compraba casi todo.
Y es que estamos en unos tiempos en que parece vergonzoso
o incluso egoísta quejarse, porque siempre hay gente que está peor que tú. Y
entonces es mejor coger la estela de un Woody Allen que pone en solfa todo su
mundo y se ríe de sí
mismo. En realidad, hoy sería una especie de “influencer de perdedores", y de
los que buscan, no cinco patas, sino seis al gato.
Ya no nos dejan ni quejarnos. No se puede hacer una
caricatura de Serena Williams, porque eso es seximo, racismo, y cualquier otro "-mo" que se te ocurra; cuando, seamos sinceros,
la querida Serena, con tanto músculo, y ahora tutús, ya es una caricatura de sí
misma. A los dibujantes de revistas satíricas como, por ejemplo, "El jueves", cada vez se lo ponen más difícil. Sin embargo hay que soportar con una sonrisa en los labios, porque es lo casi-último en modernidad, anuncios en
los que ponen a los hombres como inútiles, aunque lo seamos.
Soy de la opinión de que la prueba del algodón de
cualquier supuesto es darle la vuelta al ejemplo en cuestión y hacerlo con el
sexo cambiado. Y esos anuncios, que van de feministas, y ridiculizan ahora al
hombre, no pasarían la prueba, porque no se permitiría ridiculizar a la mujer,
y, ojo, me parece bien no ridiculizar a nadie. Se están cometiendo ahora los
mismos errores que antaño, pero al revés. Sin embargo, como llevan aroma de “macho” marchitado, se
permiten.
Ya no sé, me imagino que no, si en las discotecas ahora
se pide baile. Pero si una chica, que no te gusta, te pide baile, y le dices
que no, ya tienes el “pifostio” montado. Porque eres un machista y la has
despreciado como mujer… Ahora parece que no se pueden dar calabazas, porque desprecias al otro sexo, cuando en realidad a mí personalmente me encanta, el otro sexo...
Por eso es mejor tomarse la vida como sugerencias de
futuros chistes, y regalarlos incluso desde lugares como este blog, aunque
seguro que ya habrá también alguna asociación de “guionistas” que a lo mejor pueda acusar a este vecino del
mundo de practicar, por ejemplo, “dumping”, o de echar por los suelos el valor
de la gracia, o la desgracia. Y yo diré eso de que a mí la palabra “dumping” siempre
me ha sugerido imágenes de cuero, cadena y látigo. O lo que es la vida, un intercambio más o menos
afortunado de olores, fluidos, y lo que viene siendo sentimientos.
*CARICATURA: DE LA RED