Me acabo de cruzar con Marisa, la del tercero, la de
derechas de toda la vida, la monárquica. Nada, que me ha dicho que no se podía
quedar a hablar conmigo porque se iba a Madrid ahora mismo para ser testigo de
primera mano en la proclamación de Felipe VI, Felipín como siempre le ha
llamado ella, en los actos de mañana. Que tenía plaza en el RITZ y que debía de llegar para las doce, que de lo contrario perdían la habitación.
Marisa y el Marqués, su marido…¡Vaya pareja! Que por
cierto, no es marqués ni nada, sino que por esas cosas de la vida, en realidad
se apellida Márquez, y ya se sabe cómo somos los vecinos, que no se nos escapa
una. Aunque esté sacando “chispa” del tema, en realidad ambos son muy buenas
personas, eso sí, quizás él sea el sufridor de los aires de grandeza de su
señora.
A este vecino que uno sea monárquico, republicano o
apátrida, vaya usted a suponer, le da lo mismo. Lo que ocurre es que muchas
veces pecamos de tener que revestir nuestras preferencias con un algo más a
modo de justificación.
Parece que no se pudiera ser monárquico por ejemplo, y
levantarse todos los días a las seis de la mañana para limpiar escaleras.
Quizás, por eso Marisa tenga que decir que tiene plaza en el
Ritz, cuando en realidad irá a la Pensión Paqui, que además he oído que es muy
digna. Y mientras ella intenta ver el flequillo del nuevo rey detrás de la
cuarta o quinta fila durante el tramo que va a recorrer las calles de
Madrid, él, el Señor Marquez, seguro que estará tranquilamente en algún bar
leyendo algún periódico deportivo con la crítica del partido de la Roja contra
Chile, que no nos engañemos, llaman así a la selección para no tener que decir “la
española”, otra justificación.
Como me diría mi madre, tan práctica siempre ella, a
nosotros no nos van a dar de comer con eso, con la proclamación del nuevo rey,
sin embargo siempre puede ser una buena zanahoria, un buen reclamo, para el
resto del mundo, ya que, queramos o no, será el escaparate de nuestra tienda
nacional, y la excusa para más de un partido político.
En realidad, y desde un punto de vista económico, todo se
resume en comprar y en vender.Y el problema de la marca España, como les ha dado por decir ahora, es
que mientras unos se rompen los cuernos en intentar levantar el país, otros
hacen todo tipo de chanchullos para provecho propio, y dejan a la citada marca temblando, y para más
inri siempre son los que se les llena la boca de patria, y de orgullo nacional.
Por cierto, que no se me olvide pedirle a Marisa que me
enseñe las fotos de su estancia en Madrid. Seguro que me dará largas con la
excusa de que ella sigue sacando las fotos con la cámara de toda la vida, que
se la regaló la Duquesa de Algo, y es que, según ella, la sangre azul siempre
sale mejor con el revelado de toda la vida.
*FOTO: DE LA RED