Hoy escribo este post con el mono de trabajo
puesto y restos de obra informática en él, ya que como muchos de vosotros sabéis,
tengo otro blog, ese de pintura,
mostrando a mis hijos creados y amamantados al óleo. Y como se acercan las fechas
navideñas, he pensado remozarlo con un poco de madera, para los marcos, y más
ganas e ilusión si todavía se puede, con el fin de que alguno de los Reyes
Magos, Papa Noel, o incluso nuestro Olentzero , pase algún encargo.
Este vecino no tiene ningún “negro”, como una
Belén Esteban cualquiera, que haga su trabajo mientras se va de fiesta, y así
obtener más carnaza para alimentar su vida. Por lo que estos últimos días o me
sobran cuadros para ordenar, o me faltan horas.
Menos mal que la vida no hay que tomarla muy en
serio, pues ya de primeras, en tu primera cita ante la sociedad que luego va
formar parte de tu vida, apareces desnudo y en no muy buenas condiciones, por
lo que a partir de ese momento solo puedes mejorar. Con gente que ya desde que
eres un tierno infante se asoman a tu coche, sin pedir permiso, ni importarles
si estás despierto o no, y empiezan a cogerte parecidos con alguien.
El problema es que luego tú mismo coges esa
costumbre, y vas poniéndolo en práctica a lo largo de tu vida, comparando, por
ejemplo, a las chicas que vas conociendo, no con tus tías precisamente, sino
con esos sueños de papel de revista llamadas "top-models" y, claro, las chicas de
carne y hueso pierden siempre por culpa del “fotochop” que ellas no llevan.
Además, las mujeres que te rodean, hablan, e incluso se quejan, y las de papel
cuché solo sonríen y siempre están divinas.
Y hablando de no tomarse la vida en serio, hoy
aparece en uno de los periódicos donostiarras que se va a hacer un nuevo
edificio, con dieciséis viviendas, al lado mismo de la lonja del puerto. Eso
sí, con forma de cajas de pescado, una encima de otra.
Sinceramente, si fuera el veintiocho de Diciembre,
estaría seguro de que es una inocentada, de lo contrario, o pienso de que a
alguien, como vulgarmente se dice ahora, “se le ha ido la pinza”, o ésto huele a pelotazo inmobiliario,
por mucho de que se le dé un toque pintoresco al edificio.
De todas maneras, será fácil de comprobarlo,
porque aquí, en Donosti, si no hay gato encerrado se tardará unos treinta años
en ponerse todos de acuerdo, y si se hace rápido, “pelotazo habemus”.
Si esta obra siguiera adelante, este vecino ya
tiene otra idea para construir algo que nos daría un toque londinense, sin
perder nuestra idiosincrasia: Construir una gran noria, al estilo de la que se
construyó en Londres, pero ésta al final del Paseo Nuevo, en la plazoleta que
está al frente mismo de la isla de Santa Clara. Eso sí, el “aspa” que
soportaría el círculo de la noria, llevaría forma de “lauburu”. Si las cajas de
pescado cuelan, la noria también, aunque bien pensado, la idea de las cajas sale ganando, porque el pescado siempre será para el gato que seguro que está encerrado.
*FOTO: DE LA RED