Hoy he tenido que hacer un corto viaje y como siempre
utilizo el autobús. Detrás mio se ha colocado un hombre con una niña pequeña,
por lo que los dos iban en el mismo asiento; debían ser padre e hija. La niña
nada más sentarse ha empezado a pegar patadas al asiento de delante, es decir
al mío. Me ha dado un profesional masaje en los riñones que me ha dejado como
nuevo. Es una manera de tomarselo, por no hacer sangre en las relaciones
paterno-filiales, eso sí, remarcando el hecho de que en ningún momento el
adulto ha insinuado en lo más mínimo a la infanta de que cesara en sus
ejercicios de piernas.
Como decir autobús es decir sueño, entre el
"run-run" del vehículo y el masaje del angelito de atrás, me he
quedado roque.
Llevaba un buen rato en brazos de Morfeo cuando el mismo
angelito me ha tirado del pelo, pero he fingido seguir durmiendo, y así la vez
siguiente. A la tercera vez, al darme cuenta, me he girado y le he pillado a la
niñita en cuestión a punto de tirarme, del poco pelo que me queda, por cuarta
vez. Me he enfadado y dirigiéndome a su padre le he dicho: - ¡Creo que ya está
bien! – arrastrando el sonido de la "n" final para que se notara que
estaba ofendido y bien ofendido.
El padre de la futura gamberra me ha dicho: - Es una
niña.- Me lo ha dicho con un tono de desvelar un gran secreto. No lo he
entendido, pues era obvio que yo ya sabía que era una niña. Como al parecer yo
no he reaccionado como él esperaba, me ha vuelto a confesar su gran secreto: -
Es una niña. - Hemos entrado en un bucle, y cuando ya me lo había repetido por
tercera vez, al ver que yo seguía cabreado, el padre y su niña se han quedado
sin pilas, y han permanecido quietos hasta el final del viaje.
Una pregunta ha rondado por mi cabeza: -¿Me he debido de
dejar arrancar la cabeza por la buena educación de la niña en cuestión?
Ahora muchos padres son de la opinión de no coartar la
libertad de sus hijos y les dejan convertirse en pequeños tiranos, que con el
tiempo se pueden revelar incluso en contra de ellos mismos. He llegado a pensar
que incluso son los propios niños quienes disponen del sueldo total, y son
ellos quienes dan la paga a sus padres.
Ese tipo de casos cada día saltan a la luz pública con
más frecuencia. Madres que incluso han tenido que interponer demandas por malos
tratos de sus hijos.
Tengo amigos que son maestros y hace tiempo que me
comentan que ahora a los niños no se les puede tocar ni un pelo, pues se pueden
buscar la ruina, pero niñas a calvos sí por lo que adivino del viaje de hoy.
Aunque han pasado muchos años, recuerdo como si fuera
ahora, el sentimiento que nos invadía en nuestra niñez. Cada vez que recibíamos
un castigo, sabíamos que si lo comentábamos a nuestros padres lo primero que
nos iban a decir era el célebre: - Algo habrás hecho tú.
Ahora si pasa lo mismo, es probable que sea el padre
quien diga al maestro: -Algo habrás hecho tú.
Eso, sí directamente no aparece el padre acompañado de un
abogado cuya minuta si pierdes el juicio puede que la termines pagando tú.
*DIBUJO:
DREAMSTIME