Estoy cabreado, sí, sin tapujos. Estoy muy cabreado, y no
es por la cantidad de sinvergüenzas, cincuenta, apresados ayer en la
Operación Púnica (hasta para poner nombres somos especiales) por presuntamente
cobrar comisiones a diestro y siniestro, o en concreto a empresarios por
adjudicarles obras. Desgraciadamente, a
esos desmanes ya nos estamos acostumbrando.
Más bien se ha colado de tapadillo la noticia de que en
Sevilla el primer Juan Ignacio Zoido (PP) ha sacado adelante, solo con los
votos de su partido, una nueva y excesivamente endurecida ordenanza municipal
de limpieza pública que, según informa El correo de Andalucía, incluye novedades en las infracciones leves como la
prohibición de la manipulación, extracción o rebusca de los residuos una vez
“depositados en los contenedores”. Especificando, la ordenanza señala en el artículo 11.19 que
"queda prohibido extraer o rebuscar residuos una vez depositados en los
contenedores". Un incumplimiento de dicha norma puede ser sancionado con
multas de 750 euros.
Naturalmente se dirá, porque seguro que saldrá a la
palestra algún portavoz del citado ayuntamiento que es por razones de higiene,
pero para este vecino del mundo es más que evidente que es para que en una ciudad tan bonita como Sevilla, los
turistas no “se inquieten” con los pobres que buscan comida para hincarle el
diente, y así estropeen las vistas de postal.
Jugando a adivino este vecino del mundo está convencido que tras las criticas, que seguro que está recibiendo el alcalde por ésto, se retractará o al menos intentara maquillar el tema, pero cuando el gato levanta la cola, ya sabes que en cualquier momento puede atacar...
El ayuntamiento sevillano, como otros muchos, no está
preocupado por el nivel de pobreza de sus ciudadanos sino de que éste se vea.
No se prohíbe ser pobre, porque ésto sería contradictorio con todas las medidas
que este gobierno, el central, está tomando, bajando consecuentemente el nivel de vida de
muchos de los españoles, sino que a los pobres se les vea.
Algún gracioso seguro que dirá, y por eso este vecino se
adelanta, que quizás el edil sevillano solo ha seguido los presuntos íntimos deseos
de su partido de no revolver en la basura, y de la metáfora, el Señor Zoido lo
ha trasladado al día a día.
Es normal que la vista de indigentes, y no me gusta la
palabra porque “pobre” es más
descriptivo y llano, incomode no solo a este ayuntamiento, sino al Gobierno de
la nación en general, pero, como dicen los jóvenes de ahora, “hay lo que hay”.
Ahora parece que el ayuntamiento sevillano se
ha convertido en avestruz, y con esconder la cabeza bajo tierra, como se dice
(aunque no es verdad) que hace este ave, no se arregla nada. Pero está claro que este
consistorio, el sevillano y muchos otros, y por supuesto que el gobierno nacional, solo se preocupan por
las apariencias, no por el fondo de los problemas. Y así nos va como nos va.
*FOTO: DE LA RED