Ese dicho tan español de “cuando menos te lo esperas,
salta la liebre”, está más que de moda en la sociedad española. Todos atentos a
esos dimes y diretes entre los grupos independentistas catalanes y el gobierno
central encabezado por el Señor Rajoy, que para los más pesimistas o realistas,
vaya usted a saber, huele a cisma total, y de repente una ciudad, en teoría
tranquila, estalla de hartazgo y dejadez por un ayuntamiento que entiende que
ganar unas elecciones es tener carta blanca para ponerse la peineta en el Gamonal
que le da la gana.
Lo único que han sabido decir estos días, tanto el
alcalde de Burgos, como su segundo, ante el levantamiento de un
barrio es que los burgaleses, al votarles, acataban su programa electoral. Como
si no hubiera habido ninguna diferencia entre las promesas de su jefe, el Señor
Rajoy, antes de llegar al gobierno, y lo que está haciendo ahora.
Todos sabemos que en la mayoría de los casos, se
diferencia muy poco un programa electoral de un ovni, que muchos piensan que
existe, pero que la realidad es muy otra. España ha sido, y es, poco de mostrar
su programa, y más de ponerse vaqueros, o pantalones de pana si se es
socialista, y darse una vuelta por el mercado para comprobar si desde las
anteriores elecciones en las que también visitó el mismo mercado ha habido
algún cambio.
No hace falta ser muy perspicaz para pensar que la orden
de “envainársela” al primer edil burgalés proviene de Madrid, y que ahora desde
allí mismo intentarán cantarnos nanas tranquilizadoras para que prosigamos, más
que durmiendo, en estado cataléptico.
Sin embargo las cosas han cambiado, y ya hemos
descubierto que el Partido Popular, disfrazado de un Superman Rajoy, sufre
también con su criptonita particular.
Este vecino está seguro de que a partir de ahora ni la
actitud de Ruiz-Gallardón sobre su ley del aborto va a ser igual, y
cada vez que oigan la palabra “Gamonal”, como si fuera el hombre del saco, se
les va a aflojar los esfínteres, porque ya han pasado la mitad de su
legislatura, y ahora hay que ir aflojando las riendas.
Sin ser futurólogo, a partir de ahora intentarán hacerse “amiguitos”
del electorado otra vez, bajando los impuestos, mientras ponen cara de “solo-ha-sido-un-malentendido”.
*FOTO: DE LA RED