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sábado, 18 de enero de 2014

GAMONAL O LA CRIPTONITA PARA EL GOBIERNO

Ese dicho tan español de “cuando menos te lo esperas, salta la liebre”, está más que de moda en la sociedad española. Todos atentos a esos dimes y diretes entre los grupos independentistas catalanes y el gobierno central encabezado por el Señor Rajoy, que para los más pesimistas o realistas, vaya usted a saber, huele a cisma total, y de repente una ciudad, en teoría tranquila, estalla de hartazgo y dejadez por un ayuntamiento que entiende que ganar unas elecciones es tener carta blanca para ponerse la peineta en el Gamonal que le da la gana.
Lo único que han sabido decir estos días, tanto el alcalde de Burgos, como su segundo, ante el levantamiento de un barrio es que los burgaleses, al votarles, acataban su programa electoral. Como si no hubiera habido ninguna diferencia entre las promesas de su jefe, el Señor Rajoy, antes de llegar al gobierno, y lo que está haciendo ahora.
Todos sabemos que en la mayoría de los casos, se diferencia muy poco un programa electoral de un ovni, que muchos piensan que existe, pero que la realidad es muy otra. España ha sido, y es, poco de mostrar su programa, y más de ponerse vaqueros, o pantalones de pana si se es socialista, y darse una vuelta por el mercado para comprobar si desde las anteriores elecciones en las que también visitó el mismo mercado ha habido algún cambio.
No hace falta ser muy perspicaz para pensar que la orden de “envainársela” al primer edil burgalés proviene de Madrid, y que ahora desde allí mismo intentarán cantarnos nanas tranquilizadoras para que prosigamos, más que durmiendo, en estado cataléptico.
Sin embargo las cosas han cambiado, y ya hemos descubierto que el Partido Popular, disfrazado de un Superman Rajoy, sufre también con su criptonita particular.
Este vecino está seguro de que a partir de ahora ni la actitud de Ruiz-Gallardón sobre su ley del aborto va a ser igual, y cada vez que oigan la palabra “Gamonal”, como si fuera el hombre del saco, se les va a aflojar los esfínteres, porque ya han pasado la mitad de su legislatura, y ahora hay que ir aflojando las riendas.
Sin ser futurólogo, a partir de ahora intentarán hacerse “amiguitos” del electorado otra vez, bajando los impuestos, mientras ponen cara de “solo-ha-sido-un-malentendido”.

*FOTO: DE LA RED

jueves, 16 de enero de 2014

PONGA UN TAMBOR EN SU VIDA...

No hay un lugar en Donosti estos días, cercanos al día de San Sebastián, que a eso de las ocho de la noche puedas estar libre de sufrir una agresión acústica en forma de ensayo de tamborrada. Además no te puedes quejar, viéndoles a ellas y a ellos con tanta dedicación maltratando a un tambor. 
Se supone que no debe de haber por ningún lado, ninguna asociación salvadora de tambores y similares porque de lo contrario estas fechas serían propicias para que pusieran todo tipo de querellas.
Más de una vez este vecino del mundo ha llegado a la conclusión de que los donostiarras, tan tranquilos, quizás demasiado, y comedidos, sin duda que en exceso, durante todo el año, soportando todo tipo de decisiones, cuando menos discutibles, por parte de los políticos de turno, y de resultados tan dispares de sus equipos deportivos, son así porque durante veinticuatro horas seguidas al año, se ponen tibios pegando a un tambor.
A alguien le ha dado por pensar el por qué cualquier donostiarra ha podido resistir tanto tiempo, más de treinta años, con los dimes y diretes de una estación de autobuses tan cambiante en su ubicación y ejecución, sin tan siquiera parpadear…Está claro que porque el 20 de Enero de cada año le ha dado a rabiar a su tambor. No hay otra explicación.
Partiendo de esta idea, de la presencia de un tambor, se podría lograr un mundo mejor, regalando tambores, para su uso naturalmente, a todos aquellos que tengan que tomar decisiones cuando menos complicadas para el resto de los que le rodean.
Lo mismo que está institucionalizado el “Tambor de oro” para aquel o aquella que durante todo el año, digamos que promocione Donosti, o se le relacione indefectiblemente con esta ciudad, también se deberían de repartir unos cuantos tambores al año a gente que por algún tipo de decisión haya creado algún conflicto durante el año, bien en su ciudad, autonomía o país.
Este año por ejemplo un máximo candidato para que se le regalara un tambor, y bien grande, y que lo usara hasta romper, sería el alcalde de Burgos, y a los concejales de su partido, por poner en jaque a gran parte de sus ciudadanos con decisiones cuando menos cuestionables.
Lo mismo que es tan común en el donostiarra hablar de “el marco incomparable” deberíamos, a partir de ahora, promocionar la frase “Ponga un tambor en su vida, y la verá de otra manera”. Seguro que es un paso más para cambiar el mundo, y de hacerlo un poco más donostiarra.

*FOTO: DE LA RED