Ya estamos otra vez rodeados de fútbol por todas partes,
aunque esta vez transcienda más que al mundo del deporte, viendo esas imágenes
de disturbios por muchas capitales brasileñas.
Además, no sé si os ocurrirá a vosotros también, pero
este vecino,
si existe la vergüenza ajena, cree que existe también la
culpa ajena, al menos eso siente también al comprobar la cantidad de
millones que se han gastado en un evento que aunque dure un mes, en realidad
ocurre como con la huelga de taxistas en Madrid de ayer, que es
contraproducente para el mismo organizador, en este caso el gobierno que quería
promocionar su país. Pues ya está promocionado el país, el gobierno, y una
sociedad de grandes contrastes, con multimillonarios y favelas.
Se supone que los grandes pensadores de la FIFA y del
gobierno brasileño creyeron que con el fútbol como opio del pueblo, bastaría
para mantener a un pueblo callado, y más en un lugar donde cada persona ama a
su selección lindando casi con el fanatismo. Y aunque las imágenes de cada
evento retransmitido estén cuidadas al máximo, siempre hay momentos en que
queda patente el malestar del pueblo brasileño. Una presidenta, Dilma Rousseff,
que tuvo que entrar a su palco durante la ceremonia inaugural, aprovechando la
confusión de los asistentes, y cuando los allí presentes, incluso gente que
había pagado más de 200 dólares por su entrada, y que se supone que no anda con
estrecheces, se dieron cuenta de que ya estaba allí, la mandaron a voz en grito a que se fuera a
tomar por donde amargan los pepinos. Los únicos que se pusieron en pie a pesar
de la bronca, fueron los representantes de la FIFA, y es que más de cuatro mil millones
de dólares en ganancias, para ellos quizás sí merezcan unos minutos de malas sensaciones.
Mientras el pueblo brasileño pide mejoras en hospitales e
infraestructuras, se ha hecho, por ejemplo, un campo de fútbol en Manaos, en la
zona Norte de Brasil, que no tiene ni un equipo de tercera división, y que no
sabe a qué dedicarán después del mundial un campo que todavía falta por
terminar.
Todos estamos hablando del robo que sufrió
Croacia ayer en el partido inaugural contra la anfitriona Brasil. El árbitro
japonés Yuichi Nishimura, desde ayer y para este vecino siempre será el Señor
Niseinmuta, porque sacó un penalti desde el fondo de su pito, que nadie vio y
que los croatas, sin embargo, sufrieron.
Como este blog, no suele ser en realidad, un blog
deportivo, sino otra cosa, ¿alguien se ha preguntado qué ocurriría con ese
pueblo que se siente no solo oprimido sino totalmente incomprendido, si Brasil
se fuera de su campeonato a las primeras de cambio? ¡Bueno! Pues parece que el
Señor Niseinmuta sí lo hizo, y optó por dar los regalos de Navidad en pleno
Junio. El problema es que se olvidó de obsequiar a Croacia, y eso linda
con la mala educación.
*FOTO: DE LA RED