Como era más que cantado, incluso más que el Festival de
Eurovisión, los líderes de los 28 estados que componen la Unión Europea, han
llegado al acuerdo de que el Reino Unido pueda utilizar una especie de freno de
emergencia, o de segunda velocidad, en el caso de que ciudadanos comunitarios
trabajando en el Reino Unido signifiquen, por decirlo de alguna manera, una
carga excesiva para sus finanzas.
Según el acuerdo alcanzado hoy, se permitirá que los
europeos que lleguen al Reino Unido a partir del momento en que se ponga en
marcha el mecanismo - previsiblemente por Enero del 2017, según el mismísimo
Señor Cameron - no puedan acogerse a beneficios sociales en los siguientes
siete años a los que, en cambio, sí tendrán derecho los trabajadores
británicos. Por lo que ante un mismo puesto de trabajo, los ciudadanos
europeos, o del resto de Europa, o del continente, recibirán más o menos en
función de su pasaporte. No solo eso, sino que el mecanismo afectaría también
de manera retroactiva a quienes ya disfruten de esos beneficios a partir del
2020.
Vaya por delante, que por motivos personales quiero mucho
a los británicos, especialmente a los ingleses, porque pasé tres años de mi
vida en Londres, y eso no se puede, ni se quiere, olvidar. Pero también me da más visión para
poder criticarlos.
Y hoy, este vecino del
mundo se siente cabreado, muy cabreado, porque al final los
ingleses han conseguido lo que querían, como siempre. Aunque, en realidad, este final estaba
más que cantado, porque el resto de los países ya iban a la reunión a calzón
quitado, y si hacía falta se practicaban las cincuenta, e incluso las sesenta y
nueve, sombras de Cameron.
Si pensamos en la famosa frase “a donde fueres haz lo que
vieres”, un británico viene por ejemplo a España, y en realidad lo que hace es
convertir la pequeña parte de España en la que está, en su país.
Lectores, por ejemplo, de la zona Sur y Este de
España, en la que hay muchos núcleos de británicos viviendo, podrán corroborar
que lo que han hecho es crear pequeñas comunidades británicas con sus pubs, y viven a su manera, incluso con camareros que
no tienen repajolera idea de español, y en lugares en los que claramente te
hacen sentir que el “guiri” eres tú. Si los españoles de a pie vamos por allí
tendremos la sensación de que nos hemos perdido algo, y sin comerlo ni beberlo
nos hemos confundido de país, y ya no estamos en España. Todo ello, dicho sea de paso, con la consiguiente reacción del gobierno español de "no sabe, no contesta".
¿Cómo se sentirán los griegos, por ejemplo, teniendo en
cuenta como, hace menos de un año, se les trató a ellos?
En tiempos de nuestros abuelos se decía aquello de que
"el que tiene padrino se bautiza y el que no …”. Y recuerdo
también, que nunca terminaban el dicho, sino que medio daban a entender mediante
gestos, todos ellos negativos, a los que este vecino del mundo los “traducía”
como “…y
el que no, se jode”. Sin embargo, hoy precisamente, preparando este
texto, me he enterado del final verdadero del dicho, que siendo más políticamente
correcto, incluso es, al entender de este vecino, más tajante. Y dice: “El que
tiene padrino se bautiza y el que no, se queda hereje”.
Desde que me he enterado de ese final, sigo dando vueltas
a la idea de si los herejes ahora son los británicos, o el resto de Europa.
Lo que sí sé, es que sea lo que sea, ellos se han quedado la mejor parte.
Porque, precisamente, ya lo dice otro dicho: ”El que parte y reparte, se lleva
la mejor parte”, y las fotos de esas sesiones maratonianas, ya lo dicen: Los españoles
solo nos hemos llevado unas cuantas pizzas, que las han comido, con nocturnidad
y alevosía, para más inri, los que posiblemente “ya” no estarán en el gobierno
dentro de cinco minutos.
Los británicos, y olé para ellos, siguen con su Imperio,
aunque de vez en cuando (una vez al año), sus vástagos se desmadren en Magaluf y
similares, porque precisamente, y lo han demostrado hoy una vez más, quieren y
pueden. Los demás, nos comemos el resto de la pizza, mientras sentimos unas profundas y desgarradoras agujetas, no por practicar, sino porque nos practiquen, las cincuenta, o más,
sombras de Mr. Cameron.
*FOTOS: DE LA RED