Vaya por delante que este
vecino del mundo nunca ha sido partidario de comprar en el tipo de tiendas que
ya desde hace tiempo denominamos como “chinos”, porque evidentemente para
vender productos muy baratos, aunque no sean de marcas conocidas, el trasfondo
del que pueden provenir no parece ser el más conveniente. Y más desde que
tenemos imágenes en nuestra retina de gentes en aparente estado de esclavitud
no solo en India, por ejemplo, sino en más de un polígono no muy alejado de
nosotros.
Pero, como se suele decir, a
la fuerza ahorcan, y las finanzas de
este vecino del mundo llevan unos años que no es que fluctúen, sino que como el
plomo de un buzo van directamente al fondo. Por eso ayer se vio forzado a
comprar unos pocos objetos en una de esas tiendas, y es probable que en su
interior, y teniendo en cuenta todo lo anterior, haya sentido, en cierta forma,
culpabilidad, y esa puede ser la razón del por qué esta noche ha soñado lo que
ha soñado.
Como me imagino que a la
mayoría le pasará lo mismo, al despertarme no he recordado todo el sueño, solo
diferentes puntos, quizás inconexos, pero que a pesar de todo pueden ser
clarificadores.
En un momento dado me he
encontrado en un lugar que en seguida mi subconsciente ha identificado como El
Cielo. Todo blanco e impoluto aparentemente, solo aparentemente, porque al poco
tiempo me he dado cuenta de que el mantenimiento distaba mucho de ser el
óptimo.
Debajo de las nubecillas que
lo cubrían todo, había una especie de gran soporte, de gran andamio, hecho de
madera, blanca también para que quedara oculto por la neblina, pero al fijarme
bien el material estaba todo descascarillado. En cuanto entablé conversación
con otros inquilinos como yo que llevaban más tiempo, aunque eso del tiempo en
el cielo es todavía más relativo que en la Tierra, enseguida me dijeron que el
mantenimiento de “aquello” iba de mal en peor. Al llegar a este punto me
explicaron que muy en contra de lo que se cree en la Tierra, hay más de un
cielo; en cada galaxia uno o varios, dependiendo de la extensión de la citada galaxia.
Aunque siempre se ha dicho que Dios está en todas
partes, últimamente no llegaba a todo, y había tenido que “privatizar” “ese”
cielo. La compañía encargada de seguir con la explotación, se supone que
algún Dios menor, distaba mucho de seguir con lo previsto en el contrato y, por
ejemplo, los ángeles que siempre habían interpretado la banda sonora del cielo
en un directo, naturalmente, inmaculado, una mezcla de liras y trompetas
triunfadoras, habían sido sustituidas por unos altavoces de lo más rústico, de
esos de los años sesenta con forma de “trompetilla”, y que el gris de origen
había sido trasmutado en un blanco barato. Por supuesto, los ángeles habían
ido al paro, y como nunca se había dado el caso de quedarse en el paro, en el cielo no había subsidio de desempleo, por favor, que no se entere Rajoy. Y Dios, quizás con cargo de conciencia, y teniendo en cuenta de
que su conciencia siempre ha sido mucho más grande que la nuestra, y por lo
tanto ha tenido que sufrir, y mucho, se ha hecho cargo de ellos y los ha
llevado a los otros cielos que él todavía regenta.
Sin embargo, lo peor parece
que todavía está por venir. Se rumorea que eso de la eternidad está en
entredicho, y que como mínimo los inquilinos que llevan menos tiempo, tendrán
que hacer algunas tareas para aligerar gastos de mantenimiento, y seguir con
aquello. Que ya no basta con haber sido bueno, ni rezado, ni no haber tenido
ningún mal pensamiento, que en el cielo se ha vivido por encima de las posibilidades, y que
aquello va a cambiar sí o sí.
El vecino del mundo se ha
despertado con la piel perlada de sudor, y con la gran tristeza de que, quizás,
no se pueda ni confiar en el más allá para ser felices. Lo que es peor, a
medida que han pasado las horas, se ha ido planteando de que si fuera verdad su
sueño, de dónde vendrían los que ahora tenían la concesión del cielo, que a lo
mejor no eran Dioses menores, como se rumoreaba, porque si eran dirigentes
venidos de nuestro mundo, como parecía probable, estábamos, más que perdidos, aniquilados.
*FOTO: DE LA RED