“Del barco de Chanquete no
nos moverán”, eso es lo que me viene en momentos de rebeldía, y eso que a este
vecino del mundo “Verano azul” ya le vino con unos veinticinco años, ya
talludito, pero cuando uno está irritado, lo importante quizás no es lo que se
dice en sí, sino que se diga algo, sea lo que sea, para liberar tensiones.
Y está mañana lo he tenido
que decir otra vez, “Del barco de Chanquete no nos moverán”, al oír la historia
de una vallisoletana, Pilar Sánchez, enferma de cáncer, cuyo caso fue derivado
de su hospital en Valladolid, al Hospital Clínico de Salamanca, ya que en esa
ciudad era el único lugar de su autonomía, Castilla y León, en el que
practicaban ese tipo de operación.
La intervención quirúrgica tuvo lugar en septiembre del
2014, y ahora, tras haber solicitado la ayuda que la Junta de Castilla y León, suele dar en estos
casos por el desplazamiento, comida y alojamiento, han recibido lo que se
supone es lo estipulado: 40 céntimos.
Es de comprender el estado
de cabreo tanto de la mujer en cuestión, como de su marido, Teodoro Lozano, que
tras decir que eso es indignante, ha añadido, algo que además es lógico: “Para ésto
es mejor que no nos paguen”.
La citada cantidad, esos 40
céntimos, es totalmente descriptiva en sí misma de unas entidades sin nada, no
solo de humanidad, sino de lógica, ya que al realizar los trámites
subsiguientes, seguro que éstos han costado más que la cantidad final, lo cual
es un verdadero sin sentido.
Y en la ficción televisiva
de Chanquete, si algo afloraban eran los buenos sentimientos, y eso que siempre
se ha dado en llamar “valores”, que por lo que se ve ahora, y como está desapareciendo, como se
decía antes, dinero a tutiplén, los valores se habrán ido en el mismo saco,
pensando quizás que deben de ser una especie de bonos del tesoro.
Por eso, hoy mejor que nunca
el grito “Del barco de Chanquete no nos moverán” debe de ser una especie de
recordatorio de todo lo que hemos ido perdiendo en muy poco tiempo, y que a
nuestros padres tanto les costó conseguir,
Lo triste de los cuarenta
céntimos es el comprobar lo seguros que se encuentran los que están en el lado
de la ley, y de lo políticamente correcto. Y que solo mueven el trasero cuando
son ellos los afectados.
Quizás lo absurdo del banco
de Chanquete, y su fuerza al mismo tiempo, es ese desubique de aquello para lo que estaba destinado, el
mar, teniendo que conformarse con un pequeño prado. Lo mismo ocurre ahora, que
aquellos a los que se les vota para que realicen un buen trabajo para todos, y
en un momento dado puedan ser nuestros salvadores, lleguen a ser nuestros
verdugos, no quizás con armas letales, sino con su falta de empatía. Porque
todavía hay personas que no saben distinguir entre lo correcto, o legal, y lo
justo.
*FOTO: DE LA RED