Hay días, el de hoy, que te despiertas como si estuvieras
en otro cuerpo, como si no te perteneciera. Y no sabes ni cómo hablarte, cómo
hacerte la primera pregunta, y así descubrir de qué talante te has despertado.
Luego ya, en manada, por decirlo de alguna manera,
tenemos una especie de guía de comportamiento, de pertenecer al rebaño, que nos
hace amoldarnos a lo “políticamente correctos”. A esta parcela pertenece,
declaraciones como “me gustan los documentales de la 2”. Y a ciencia cierta, en
tu interior, en la intimidad de tu “yo”, no sabes si tu “televisión” tiene ese
canal. ¡Vamos! Que si esa cadena se vendiera por separado en las tiendas,
todavía la tendrías, como mínimo, sin desenfundar. Por cierto, ¿habéis visto
cine libanés? Sinceramente, yo tampoco.
¿Vivimos
cómo queremos vivir?
Creo que eso es como un partido político, cualquiera, que
llega al poder. Hace la política que le dejan esas manos en la sombra. Y en
muchos casos, hacemos lo que se espera de nosotros. Y eso, en el caso positivo
de que verdaderamente se espera algo de nosotros.
Y yo, me estoy mirando al espejo, bueno, no sé si mirando,
o estoy frente al espejo intentando adivinar mi futuro, que lo sé, o con ganas
de romper el espejo, que quizás es lo que nos impide ver el presente futuro.
Hace poco oí un estudio de esos que hace alguna
universidad, cuando tiene recursos económicos boyantes, y se comprobaba que era
más fácil que tus allegados supieran realmente cuánto tiempo ibas a vivir, por tu tipo de vida, que
tú mismo. Y por una vez, en este caso de estudios sobre planteamientos cuando
menos “curiosos”, sí estoy de acuerdo.
Y es que quizás, como se suele decir, los árboles, muchas
veces, no nos dejan ver el bosque. Es el mismo caso de que nosotros somos “notarios”
del deterioro (vejez) de la gente que nos rodea, pero de lo nuestro no nos enteramos.
Habrá que hacer de tripas corazón, y me voy a invitar a
desayunar, en una especie de cita a ciegas para ver qué tal me llevo hoy, y así
practicar lo de “vivir la vida peligrosamente”.
Ya para terminar, que no se me olvide que la próxima vez
que ponga el despertador, le tengo que dar indicaciones para que me despierte …dentro de
tres años, como mínimo. Y así resolver lo que podríamos denominar como el enigma del camaleón, y comprobar de qué color me he despertado.
*FOTO: DE LA RED