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martes, 12 de abril de 2016

LA OPORTUNIDAD CALVA Y LA VENGANZA DEL CHINITO



Es curioso. Pareciera que hablar de “déjà vu” estuviera ligado a los sueños y los recuerdos. Sin embargo, últimamente levantarse, y entrar en  la vida en directo es comprobar un mundo de un continuo déjà vu en el que formar un nuevo gobierno, la crisis, la corrupción y el mirarse al propio ombligo sean la moneda de cambio.


Con respecto a formar un nuevo gobierno, llámenme iluso, pero todavía no pierdo la esperanza, hasta el segundo cero, de que el PSOE y PODEMOS, con sus confluencias e incluso el PNV, puedan llegar a un acuerdo. Lo demás, es perder una gran oportunidad, y entregar la llave para hacer lo mismo de siempre, y eso, entre otras cosas, nos ha traído a este momento.


¿La esperanza de este vecino? En ese pequeño detalle de “excusatio non petita, accusatio manifesta” a que olía la comparecencia de Antonio Hernando, portavoz socialista, diciendo eso de que es una pena que los de Podemos hayan dado un portazo a las negociaciones entre tres, porque ellos estaban de acuerdo en un 70 por ciento de sus propuestas.


Quizás el comportamiento del PSOE me recuerda a ese niño que cuando está con su madre, en este caso con CIUDADANOS, se comporta de una manera, y con sus conocidos de otra.


Siempre se ha dicho que la oportunidad la pintan calva, y si el PSOE no se baja de ese caballo lleno de orgullo no va a volver a presidir un gobierno durante mucho tiempo, y con ellos un gobierno formado por “izquierdas”.


Con respecto a lo que más se habla últimamente, “Panamá y sus papeles” como si de un nuevo grupo latino se tratara, “la cosa” huele tan mal, que parece que si no has tenido nada en Panamá o en cualquier otro paraíso fiscal, no eres nada de nada.


Es de admirar, por decir algo, el aplomo de alguno al torear la verdad, y que mirando al tendido diga eso, en parte tan absurdo, de “sí, lo hemos tenido, pero no lo hemos usado”, como aquel que teniendo una pistola, al final no la utiliza.


En momentos así, me acuerdo del célebre chiste de “la venganza del chinito”, al  que le hacían mil putadas y seguía riéndose, porque al final se descubre que él les meaba en la sopa.


Pues eso. Personalmente este vecino ya ha decidido hace tiempo, que va a practicar la venganza del chinito. Puede parecer una respuesta muy suave, pero a la larga es contundente: Persona cuya conducta este vecino estime que deja mucho que desear, persona que de mí no va a recaudar un solo euro, bien dejando de ver sus películas, sus programas, o lo que sea que hiciere.



Llorar he llorado, hemos llorado, mucho. Ahora solo nos queda reír, y para eso, es mejor reír los últimos. 


*FOTO: DE LA RED

lunes, 2 de febrero de 2015

ACTUALIZANDO A GILA


La vida actual en nuestra España me recuerda a una película de Ingmar Bergman. Gracias a Dios, a los hados, al destino, o a lo que sea, con mucha más gracia, por supuesto.
Lo de Ingmar Berman se refiere a los recuerdos de cuando este vecino del mundo fue a ver “Gritos y susurros”, hace más de cuarenta años, creo que fue mi primera incursión en el firmamento del director sueco. Y antes de ir a ver la película, leí todas las críticas, habidas y por haber, y me pertreché con una brújula para no perderme. 
Pues eso, que ahora cualquier cosa que pasa en España, te puedes, si quieres, asesorar con mil cantos de sirena, y al final es posible que tu barco de opinión se hunda, porque cada cual pinta la vida con el color que quiere. Y, generalmente, con grises, y “marrones”, especialmente los que nos atañen más de cerca.
De todas las maneras, el que no se toma sus pequeñas venganzas es porque no quiere. Esta mañana, sin ir más lejos, estaba dentro, como se dice ahora, de una entidad bancaria, y a la persona que me ha atendido no le he visto muy centrada. Por eso le he dicho, ante sus continuos chascarrillos y risas, a un punto de ser desaforadas, que lo bueno que tienen ellos en su trabajo, es que trabajan con red. En el mismo instante se ha notado perfectamente que ha entendido que, aquello, su postura, le iba a traer factura, y nunca mejor dicho, porque se ha puesto en modo “autodefensa”, y me ha preguntado el por qué de lo de la red.
-¡Hombre! Está muy claro, pase lo que pase en el negocio en que usted trabaja, siempre “pagamos” nosotros…
Me ha dado la impresión de que esa misma conversación ya la había tenido con anterioridad, y que él se habría defendido con eso de que “es un mandado, que el negocio no es suyo, y que cumple órdenes”. Y alguno de sus interlocutores ya le habría dicho, que lo mismo había ocurrido con lo de las preferentes, y que luego nadie sabía nada, y que órdenes eran órdenes; y mientras, sus jefes en lugar de plegar velas, las desplegaban en lugares paradisiácos, y todo pagado gracias a sus tarjetas “black”.
Por eso, ese empleado se ha callado, porque su defensa era una huida hacia adelante, y a mí me ha dado cargo de conciencia, amén de los otros cargos que había ido a pagar.  Porque ni ellos cambiarán, ni nosotros tampoco, y como a lo largo de la historia se nos ha echado todo tipo de culpa, ya nacemos, no con un pan debajo del brazo, sino con un saco de culpa heredada. A favor del empleado, el que ya tiene clarísimo a quién no va a conceder ninguna hipoteca.
Por todo eso, entre el universo de Bergman, y el de Miguel Gila, sin dudar me quedo con este último, es más nuestro. Su juego entre bromas y veras, forma parte de nuestra idiosincrasia, y su famosa frase: “Y si no sabe aguantar una broma que se marche del pueblo”. No es muy democrática, pero sí visceral, y con un punto de inocencia dicha por el auténtico Gila.
Poniendo al día el universo de Miguel Gila, la única variante que se podría dar ahora, para buscar a un culpable mediante indirectas, en su famosa frase “alguien ha matado a alguien” es “alguien ha robado a alguien”. Lo demás sigue igual, nadie se da por aludido.

*FOTO: DE LA RED