Otro día, como hubiera dicho el recordado papuchi, “raro,
raro, raro”. Que uno ya se encuentra raro hasta en el último refugio que
todavía le quedaba: su cama. Especialmente, por el cambio horario, que se
presuponía, por los últimos años, que iba a desaparecer más pronto que tarde. Este vecino del mundo, ojalá se confunda, pero teme que no haya nadie que se
atreva ahora a ponerle el cascabel al gato. Y con tanta importancia del turismo
en la economía de muchos países, nadie va a osar meter mano al cambio horario,
por aquello de “virgencita que me quede como estoy”.
Quizás la primera palabra que me viene para definir mi
estado ante todo lo que me rodea, al margen de este cambio horario, es “tedio”.
Lo más positivo es que hace, climatológicamente hablando, buenos días en
general, y fresquitos, que ayudan además a estar más despierto. Pero el
espectáculo ese de “mi partido lava más blanco” es totalmente insoportable. Y
todavía acaba de comenzar la feria electoral en un año que además se presenta
orgiástico para aquel que le ponga la práctica de ejercer su derecho
democrático.
Por si acaso, por aquello de más vale prevenir, desde
hace ya dos semanas, he quitado de mi vida todo tipo de objeto cortante para
intentar evitar el corte y recorte de mis venas.
En cuanto das una oportunidad de que entre el mundo en tu
hábitat diario, bien en forma de información por radio o televisión, este
vecino del mundo tiene la sensación de que te están seduciendo-agrediendo. O en
el menor de los casos, intentando robar tu voto mientras te hacen mirar hacia
otro lado, siempre hacia otro lado.
De todas maneras, cada vez se nota más, que, incluidos
los medios de comunicación, nos tratan a capotazos, como a verdaderos astados.
Ahora, una noticia, ahora otra, hasta llevarnos hacia donde ellos quieren. Y en
cuanto nos descuidamos, espadazo en nuestra presunta integridad.
Si nunca he creído que nadie tenga la verdad absoluta, lo
de los partidos políticos, así en general, porque lo practican todos, es pura
pornografía auditiva.
Nunca olvidaré aquello de Alfonso Rus, en su día, hasta
el 2015, alcalde de Xátiva, presidente de la Diputación de Valencia, y del
Partido Popular de esa misma provincia, que se reía, existen grabaciones, de
que, en pleno mitin había prometido llevar la playa a su pueblo, y le habían
votado.
Lo triste no es que la gente confíe y se fíe de sus
dirigentes, sino que estos se rían del respetable.
Todos estos rifirrafes diarios, cada vez suenan más a
paripé. A una especie de coreografía dialéctica como excusa perfecta para no mostrar,
lo que ahora se ha dado en denominar plan de ruta, y que no es otra cosa que el
ideario del partido en cuestión, pero vestido o desvestido con los propósitos
de cómo quieren dejar el país, “su país” si ganaran las elecciones, después de
habernos ejercido su fría autopsia, sin maquillaje ni excusas, lo que en
realidad viene siendo ejercer el poder en un ciclo de gobierno, sobre nuestras
vidas y bolsillos.
Lo dicho, este vecino hizo bien en guardar, hace ya dos
semanas, todo objeto cortante; aunque al final le chupará la sangre, no falla, el partido que obtenga el poder...
*FOTO: DE LA RED