Como se suele decir, parece que fue ayer, y sin embargo ha pasado un año.
Un año desde mi anterior cumpleaños, me caían cincuenta y cinco, y me acababan de despedir de la empresa en que llevaba veintiséis años, víctima de un ERE, uno de los canceres del panorama económico actual, y un año también del terremoto de Lorca.
Dos accidentes, el primero provocado, y que afecta a una familia, y el otro, circunstancial, que afecta a muchísimas familias. Como se dice ahora, los dos han sido accidentes humanitarios.
El primero se maquilla bajo la costumbre, lo que viene siendo tristemente habitual, y el segundo, el terremoto de Lorca, bajo unas fotos con los políticos de turno, y promesas que se las lleva el viento.
Ha pasado un año exacto, y tristemente todo sigue igual. Lo mío lo voy vadeando como puedo, sin embargo en Lorca todavía hay miles de familias sin casa, o en malas condiciones.
A hechos pasados, creo que quedó muy claro, que lo único que importaba era que los dos o tres campamentos construidos para ayudar a los afectados fueran desapareciendo cuanto antes, para evitar las huellas que recordaran lo que había pasado allí.
Unas cuantas personas, encargadas por el ayuntamiento fueron marcando con diferentes colores, el estado de las casas que habían sobrevivido a los diferentes movimientos sísmicos. Las marcadas en rojo eran las que estaban en peores condiciones.
Hoy es el día en que todo sigue igual, y mucha gente todavía está fuera de sus casas, o durmiendo en ellas a pesar de las prohibiciones, sin luz ni agua.
Desgraciadamente no son ni una ni dos, sino más de siete mil personas, más de siete mil motivos para no olvidarlos, y para hacer que no se olviden.
Los días posteriores a la desgracia acaecida en Lorca, les dediqué unas palabras nacidas en el corazón del estómago, y que desgraciadamente pueden volver a ser escritas, porque nada ha cambiado, y eso es lo peor, el comprobar que la desidia campa a sus anchas en los despachos de los políticos.
El inri es el pensar que a esos políticos les hemos votado nosotros, y a la postre es nuestra culpa. Al final es como dice el gobierno actual, la culpa de todo lo que está pasando es nuestra, pero por razones diferentes a las dichas, por no elegir a políticos que den la talla.
Este año para celebrar mi cumpleaños voy a encargar una tarta con siete guindas negras en representación de las siete mil personas que siguen sufriendo en la soledad de detrás de las cámaras.
http://patxipe.blogspot.com.es/2011/05/lorca-nunca-tan-cerca.html
*FOTO: DE LA RED