Hoy en cierta medida me despido desde mi atalaya en Donosti, y traslado todos los bártulos a tierras torrevejenses.
La próxima vez que abra mi ventana lo haré desde Torrevieja. Por la experiencia de otros años , y noticias que tengo de éste, será como hablar desde una sauna.
Los asuntos diarios te pueden dejar frío, o como vulgarmente se suele decir “calentarte como una mona”. Sinceramente espero no sufrir quemaduras de ningún grado ni física ni moralmente aunque el panorama actual se preste a ello.
Sin entender nada de política, pero tras haber vivido en este mundo más de cinco décadas, uno ha aprendido a conocer la música a oído, y la que se oye ahora deja mucho que desear.
Una premisa importante en todo concierto que se precie, es que el concertista dé muestras de aplomo y de conocer la partitura de cabo a rabo.
Sin embargo aquí, los músicos de ahora en vez de dar un concierto, lo que dan es el cante, con continuos cambios en las partituras a ser interpretadas, y haciendo declaraciones hoy de un tipo y mañana de lo contrario.
Espero que desde esas tierras bañadas por el Mediterráneo, encuentre cierta positividad y esperanza, y pueda volver, como se suele decir, con las pilas recargadas.
Este vecino siempre ha sido positivo por naturaleza, pero el panorama actual no da para muchas alegrías, y además cuando conocí esas tierras, hace unos trece o catorce años, la gama de actos culturales y de todo tipo para el verano era tremendamente amplia. Ahora los actos organizados parecen diseminados con cuentagotas, y con tiempo de digerirlos de sobra, y es que si el mal de todo reside en el ladrillo, esa tierra valenciana ha tenido mucho que ver en todo ello. Y si muy al principio se ataban los perros inmobiliarios con longaniza (quién no recuerda aquellos apartamentos que se regalaban en “El un, dos, tres”) ahora prácticamente los perros inmobiliarios, si existen, están más allá de famélicos.
Esperemos que el sol en pequeñas dosis, o como dice un amigo mío, muy beato él, en pequeñas “diócesis”, sea bueno para los huesos del alma, y vuelva en Septiembre, con fuerzas y humor renovado.
¡Hasta mañana!, si me da tiempo, y el pintxo de Euskaltel me lo permite.
*DIBUJO: DE LA RED