Antes de nada diré que acabo de oír unas declaraciones del entrenador de la Real Sociedad, Philippe Montanier. En este caso más que el fondo, es la forma. ¡Que Dios nos pille confesados! No se puede pedir otra cosa para un equipo en el que el entrenador habla en castellano como el inspector Clouseau. No conviene olvidar que si al citado inspector le salía algo bien era sin querer. Con o sin acento por parte del entrenador, otro año que vamos a sufrir y mucho.
Por otro lado hoy se ha sabido que en unas declaraciones hechas ayer por la canciller alemana Angela Merkel ha reconocido que aunque los países europeos cumplan con los pasos económicos pactados eso no es indicativo de que se vaya a salir de la crisis económica.
Eso me recuerda a mi niñez, en la que la cuadrilla de amigos seguía a aquel que más carácter mostraba en lugar de al que más conocimientos reunía. Era más importante la estaca que un libro.
Recopilando datos, he recordado que no hace más de un año tenemos otro ejemplo de la facilidad verbal alemana, indicando que unos pepinos españoles eran los causantes de un brote de una bacteria mortal, que en su momento ya había matado a tres personas.
Todo aquello se quedó en las esquinas del tiempo, como si el uso del pepino hiciera olvidar, pero lo último que se supo era que presuntamente al final los brotes venían desde Alemania mismo . Todo esto ya se conoció cuando el gran daño económico estaba hecho para la economía española, y el gobierno español del momento parece que se quedó más que contento con que la culpa no era nuestra, y sin tener en cuenta el perjuicio económico sufrido.
Lo mínimo que hubiera sido deseable es que lo mismo que la Señora Merkel desató la caja de los truenos, hubiera pedido perdón por la grave equivocación. Sin embargo, y nunca mejor dicho, parece que le importaba un pepino lo que nos pasara a nosotros, o para ser precisos, le importaba más los pepinos alemanes que la economía española. Tristemente, lo mismo que ahora.
*DIBUJO: DE LA RED
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