Los
alrededores de los cubos de Moneo estaban en plena ebullición,
terminando los últimos retoques de “chapa y pintura”. La
alfombra, lugar por el que pasarán las estrellas de este año, ya
está colocada pero con un plástico, y aquí viene el chiste al
vuelo, que sirve para protegerla de relaciones no deseadas hasta el
momento justo.
Sé
que lo que voy a decir ahora no es políticamente correcto, pero
considero que este festival no está precisamente hecho para el
disfrute de los donostiarras, porque en realidad solo se les necesita
para aplaudir a las estrellas, que dicho sea de paso es una parte
importante del festival, pero muy pequeña.
Todos
esos hombres de negro, o muchas veces de azul, pequeñitos ellos, con
mujeres u hombres esculturales y que forman el comercio del festival,
vienen, como se dice en mi pueblo, por el papo, y en toda industria
que se precie, los del gremio en cuestión se pagan todo, menos en
esta industria, que para más inri hacen ostentación de posibles.
Tampoco
nunca me ha parecido bien, y tampoco es políticamente correcto, el
que los críticos entren a las salas por la patilla. Este vecino del
mundo no se refiere a que para cumplir su trabajo tengan que poner
dinero de su bolsillo, pero sí que pague la entrada el medio que les
envía, y así, si ponen la película a parir, como cientos de veces,
tendrán además la coartada de que para lo que han pagado era un
timo.
La
mejor excusa para pagar todos los gastos acarreados por el festival
es esa de que es una publicidad impagable por su repercusión en todo
el mundo. Eso en realidad no es cierto, pues se pagan muchas cosas,
en invitaciones de viajes, cenas, o excursiones. Y si tiene impacto o
no el festival, será el mismo que el de los otros festivales. Y si a
este vecino del mundo se le ocurre alguna vez viajar a Berlín o
Venezia no será pensando en su festival de cine, por muy cinéfilo
que me pueda considerar.
Amar
el cine es seguir su rastro en las cada vez menos salas de nuestro
pueblo, o de nuestro barrio. Oler esos asientos, la mayoría de ellos
viejos, y que te acercan a las raíces de ese arte, del séptimo. Lo
demás es una suerte de rito o folclore.
* FOTOS: F.E. PEREZ RUIZ-POVEDA