En un periódico he leído estos días que se ha creado una cierta polémica al saberse que en tal solo en un cinco por ciento de las imágenes en que se ve a Natalie Portman bailando en Black Swan, es ella realmente y no su doble, una bailarina que dice que es imposible que una actriz, por muy buena que sea, aprenda en un año lo que a ella le ha costado veintiún años aprender, y eso es comprensible naturalmente.
La verdad he de decir que cuando me he acercado a este tema, pensaba ser bastante duro, no con ella, sino con los que han hecho la película, por engañarnos en cierta manera con la publicidad de la misma, aunque pensandolo bien, ellos en realidad lo han hecho perfecto para sus intereses.
Se ha sabido después de que recibiera un Oscar de que en la mayoría de las escenas la que baila es una doble, aunque Natalie Portman sí que tiene estudios de ballet.
Tras interesarme en la vida de la Srta. Portman he de decir que no me importa ahora todo eso que se ha dicho sobre que su premio recibido se desprestigia a la vista de que en cierta manera nos han engañado con el verdadero alcance de su trabajo. Lo que quiero decir es que este hecho ha sido el causante de que me haya interesado por su vida, y vamos...sobran las palabras. Tiene doble nacionalidad, es israelí y estadounidense, aunque ha debido de declarar que es en Jerusalén donde se siente en casa. Ha vivido tanto la vida que para contarla es mejor interesarse en otras páginas de internet, pues este no ha sido el propósito de que le dedicara estas líneas.
Aunque ya le había descubierto, y disfrutado de su actuación en la película de Luc Besson, titulada en España Léon,el profesional, fue en su pequeño gran papel en Beautiful girls donde quedé prendado de ella. Aún siendo una película coral, siempre recordaré su historia como niña vecina del personaje sobre el que gira el argumento, y en cierta manera protagonista. Siempre he guardado la esperanza de que pasados bastantes años hubiera una especie de segunda parte en que los dos personajes se reencontraran y ya no fueran prohibidos los deseos que al parecer sentían el uno por el otro.
De vuelta a lo que me ha traído escribir esto diré que yo considero que el cine es en gran parte magia, y como tal no se deberían de contar los trucos de las películas. Lo importante es el resultado final, y no el proceso. Y su interpretación desde mi punto de vista en Black Swan, es esplendida, en una película que para mí no lo es tanto, pero eso naturalmente es cuestión de opiniones.
Siempre he deseado el Hollywood de los años cuarenta, cuando las estrellas eran eso, estrellas, y como los ángeles, no tenían sexo, aunque la película en cuestión rezumara de ello. Las veías en la pantalla y no sabías nada de su vida, los estudios, en general, se cuidaban muy mucho de eso. Lo importante eran sus obras y no su vida personal ni sus pequeñas o grandes miserias, que como toda persona tiene o puede tener.
Lo mismo ocurre cuando admiras un cuadro de los grandes, por ejemplo, de Velazquez o de Goya, admiras el resultado y no te importa, a no ser que seas un gran entendido, el cómo lo logró, aunque todo esto en sí mismo sea muy interesante, pero siempre es otro tema.
La Srta. Portman siempre tendrá un hueco en la historia del cine y en nuestros corazones, pues con tan sólo verla, no dejas de sentir aquello que tal vez pudo o no realizar, y que se adivina en la tristeza o ternura de sus ojos, sean de cisne o de reina Amidala.
*FOTO: LETRASENVENA. WORDPRESS
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