Otra vez ha salido a la palestra la figura del entrenador del Real Madrid, aunque esta vez él no ha hecho nada directamente, al menos ahora.
En una emisora de radio, en la Cadena Ser, se ha contado la historia de un presunto mobbing al entonces jugador blanco Pedro León. El artífice de esta situación fue el entrenador, José Mourinho, que presuntamente llegó a decir al jugador que "si te quedas vas a odiar el fútbol. Te voy a amargar la vida si sigues aquí". Pero la frase más dura, sin género de dudas, se refería a las mínimas posibilidades de jugar que Mou le daba al futbolista: "Si se estrella el avión del Real Madrid y tú estás en casa, tampoco jugarás el próximo partido". El propio Pedro León ahora jugador del Getafe, no puede hablar del asunto, pues firmó una clausula de confidencialidad al irse del club blanco.
Durante la temporada pasada, yo estaba convencido que todo el proceder extravagante del luso era para hacer recaer inteligentemente el peso de la opinión pública en él, y consiguientemente dejar libre de presión a sus jugadores. Sin embargo, todo cambió el día que una cámara le pilló metiendo un dedo en el ojo del ayudante de Pep Guardiola durante un partido. A partir de ese momento cambia la imagen del entrenador hacia un malo-malísimo.
Sin embargo, la presunta actuación de Mou ahora relatada, si es que realmente tuvo lugar, me parece muy cruel y totalmente al margen de cualquier explicación de maquillaje de conducta que se pueda hacer.
Mourinho es un gran entrenador pero históricamente le ha tocado estar a la sombra de Pep Guardiola porque tiene un equipo que es inmenso en todos los aspectos.
Ya que como entrenador por ahora no puede ser el mejor, podía haber destacado por una conducta de caballero, que visto lo visto tampoco es.
Basándonos en la filosofía que se desprende de un bonito anuncio sobre un banco que se ha estrenado estos días por televisión, cuando en tu trabajo eres bueno, pero no destacas, lo único que puedes hacer es desaprender lo que sabes, para llegar a ser realmente tú.
Quizás ese pudiera ser el secreto que nos devolviera a un entrenador más allá de su imagen de hombre del saco del fútbol español. No jugar a ser el entrenador más inteligente, sino a aprender a ser un entrenador honesto aunque inteligente. Eso quizás no venda, pero si puede llegar al corazón del público, al corazón de todos.
*FOTO: DE LA RED
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