Cuando era niño, este vecino del mundo, al ver las
películas, todas en blanco y negro, por televisión, claro, estaba convencido de
que los actores ya desde su concepción estaban predestinados a ser estrellas, y
nunca se habían codeado con la vida normal y corriente. Y es que este vecino no se podía imaginar a
un Montgomery
Clift o a Gary Cooper como personas normales, con sus dolores de cabeza, e incluso sus colitis, o a un Edward
G. Robinson paseando distendidamente por Nueva York, sin que la policía le
persiguiera por mafioso.
Las convicciones del vecino comenzaron a cambiar con los
nuevos actores de comienzos de los sesenta, con un Dustin Hoffman, que parecía no pegar
con la media física del actor-jovencito-tipo de entonces, como un George
Peppard o Warren Beatty.
Ahora puede pasar lo mismo con la política, parece que
los niños que en el futuro tienen que ser los dirigentes de este país, no deben
de nacer con un pan debajo del brazo, sino
vestidos con un traje azul y una corbata que contraste. Por eso, al
encontrarse ante el caso de Pablo Iglesias, alma mater, uno de
ellos, de “Podemos”, te preguntas si alguien le pegó el cambiazo al nacer,
porque no da el “patrón”, y aquí el vecino no se refiere al empresariado. Esos
pelos, disimulados tras una coleta, y esos dientes que desde luego no han
pasado por “Vitaldent”, ya hacen que nos fijemos en alguien que si está sobresaliendo, por de pronto, no
es por su imagen, y menos cuando luego le vemos irse en su moto, en la que por
su escasa cilindrada tampoco se puede escudar. Y llegas a la conclusión de que
quizás merezca la pena oírle.
Y si cuando eres joven, como ley de vida, haces todo lo
contrario de lo que te dicen tus padres, ahora tal vez baste que los políticos “empoltronados”
hasta las cejas, digan que es un friqui en un grupo de friquis, para
que sintamos más atracción por él, y quizás incluso a los que ya tenemos unos
añitos, nos recuerde a aquel Felipe Gonzalez con ropa de pana, abriendo puertas
y ventanas para que entrara aire fresco.
Otros de los empoltronados, o con ganas de estarlo, dicen
que han leído su programa, y lo que pregonan, según ellos, no se puede
realizar. Por un momento, este vecino al oír a los nerviosos de traje azul, pensó
que estaban hablando del mismo Rajoy y
sus chicos/as cuando presentaron su proyecto electoral, porque de lo
dicho a lo hecho hay un trecho, e incluso estrecho, el de Gibraltar, al que
han tenido que recurrir más de una vez como cortina de humo.
La mayoría de las
veces no decimos lo que queremos, y algunos de los integrantes del partido en el poder, al llamar friquis y extrema izquierda, en realidad, lo único que
hacen es poner galones a un germen que está floreciendo, y se puede dar la
paradoja, incluso, de que puedan ser “los
brotes verdes” que el gobierno de turno
no se ha cansado de augurar, y que el destino ha hecho que les salga el
tiro por la culata, ironías del destino.
*FOTO: DE LA RED
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