A estas alturas del año, y cuando todavía parece que fue
ayer que nos estábamos quitando las últimas serpentinas navideñas del tejido
epitelial, por aquello de la calvicie del vecino, resulta que ya estamos más cerca del verano que de comer castañas, y
que junto al eterno olor a salitre al que siempre va ligado una ciudad besada
por el mar, otro año más ya tenemos el cartel para el próximo Festival de Cine.
Y como diría el chiste, el cartel del festival está, y
cómo está. Un cartel sobrio él, austero él, que va a lo que va él,
centrando el foco de atención en las palabras, y es que no hay otra cosa.
Al verlo me ha recordado a cuando te preguntan por una
persona, que tú ya has conocido y que sabes que es no muy agraciada, pero
que no quieres hacer daño, y dices eso de “muy simpática”. Pues eso, es muy
aséptico, que va a lo que va, y que el mensaje nunca puede ser equívoco, porque
no hay otra cosa. Si se buscaba eso, pues que se ha logrado, pero ahora viene
eso de “para semejante camino no hacen falta alforjas”. Es decir que la obra
ganadora es esa, y luego tanto los artistas como los que la han
elegido, la podrán vestir con todo tipo de frases sugerentes como “Un
cartel clásico para un festival ya consolidado”.También habrá aquellos que utilizarán el término tan socorrido ahora de "minimalismo", y yo siempre me acordaré de aquellos exámenes de pequeño, dejando la hoja medio en blanco. Resulta que era minimalista y ni mi padre ni yo lo sabíamos...
Pues eso, que he conocido a la novia, y es muy simpática,
pero que yo me quedo con mi Santa, porque entre otras cosas no ronca, y ésta
vaya usted a saber, que a lo mejor siendo un cartel, a lo peor destiñe. Eso sí,
desde el punto de vista de lo que ahora se llama “merchandising”, van a quedar
unas tazas y unas T-shirt muy apañadas.
Todos sabemos que entre una película entretenida y una
obra de arte, hay una diferencia, que nadie sabe lo que es pero que está hay.
Lo mismo ocurre con el cartel de este año, académicamente será perfecto, pero no creo que decore ninguna de
las dos habitaciones que tengo. Eso sí, me acordaré de él, que seguro, seguro,
en el fondo es ese el mensaje.
Es que ya no me quedan ni serpentinas de fin de año que
quitarme, y para ver el “marco incomparable” me temo que me tendré que acercar
al sitio en el que se encuentra, porque en el cartel de este año no hay ni una referencia, y quizás sea mejor así, aquella
persona que lo quiera ver, que se acerque a la ciudad.
Por cierto, quizás el mismo cartel anunciador sea, al final, toda una metáfora sobre la crisis, vaya usted a saber.
Por cierto, quizás el mismo cartel anunciador sea, al final, toda una metáfora sobre la crisis, vaya usted a saber.
*ILUSTRACIÓN: CARTEL GANADOR DE ESTE AÑO
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