Estoy confuso y desnortado. Cuando llevas bastante tiempo
en este mundo, y vas conociendo el cómo va esto, no hace falta que mires el
calendario, porque, por ejemplo, si ves castañas, es como mínimo otoño, o
invierno, y si hay árboles decorados por todas partes, estamos en Navidad.
Y uno, este vecino del mundo, está acostumbrado a que lo del peñón,
Gib para los británicos, siempre ocurra cuando se está acercando el verano.
Algo pasa entonces, que los súbditos de su reina, las autoridades del Peñón, y de rebote
nuestros políticos, se dicen unas
cuantas sandeces, como para cumplir el expediente y … hasta el año que viene.
Lo de este año, la salida de pata de banco de las
autoridades británicas con lo de Gibraltar, es todo menos demostrar su famosa
flema británica.
Acaban de dar comienzo a su famoso Brexit, y ya sacan sus
pistolas dialécticas. Sinceramente, durante muchos años, y desde el punto de
vista de este vecino del mundo, que no es técnico en la materia, sino simple
observador, el Reino Unido ha sido el niño mimado de la clase, partiendo que la
clase fuera la Unión Europea. Ese niño que siempre nos han dicho que es un
tanto “especial”, no se sabe si por motivos de salud, porque siempre en su casa
se le ha sobreprotegido o porque siempre tiene la ayuda del comodín del
público. Pero, es así.
Se han acostumbrado, los británicos, a que su
viaje por Las Europas, por el Continente como dicen ellos, siempre ha sido de una
calma chicha total, e incluso ayudándoles con las coordenadas si fuera
necesario, y a las primeras, más que de cambio, del cambio, sacan su lado más
macarra, el de Magaluf, y amenazan, a los que ellos siempre han visto más débiles, pero que en
el fondo les han tenido envidia, a los españoles; no se sabe si por su
clima, o por su fiesta (y no me refiero
a los toros), sino que deben de creer que todas las noches nos
transformamos en habitantes de una Sodoma y Gomorra hispana.
Amenazar, recordando lo ocurrido hace 35 años, con
Argentina, y unas pequeñas islas, es demostrar con hechos que nada ha cambiado,
que somos igual de “salvajes”, y que la vida sigue, en realidad, en blanco y
negro. En ese blanco y negro de los documentales históricos en el que nos
recuerdan lo que no debería de ocurrir otra vez.
El Reino Unido, el verano pasado, jugó con un fuego que
pensaban tenían controlado, y las urnas, por dejadez de unos y persistencia de
otros, les hizo quemarse, y ahora están totalmente desubicados. Y cada vez que
les llaman a la puerta, a su puerta, no parten de que el vecino europeo les va
a pedir perejil, sino que despejen la zona, y así les va, y eso solo es el
comienzo. Porque la Unión Europea tiene que demostrar, por su lado, a todos sus
socios, especialmente a los que tienen tentación de copiar a los británicos, de
que dentro se está mejor.
Ya sólo falta que
alguien diga que ha visto al monstruo del lago Ness, para que sea verano
en primavera.
*FOTO: DE LA RED
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