Entre manada y manada, los que acapararon la atención
otra vez ayer, después de 35 años, fueron los ABBA.
Para resumirlo, vuelven, pero como siempre han sido
ellos: de una manera diferente. Han grabado dos canciones nuevas; sólo,
diríamos muchos, pero el grupo sueco que siempre ha sido cuando menos diferente,
seguro que con eso, sólo, serán capaces de hacer maravillas.
Mediante un mensaje en Instagram, vienen del ayer más
lejano pero colgados de las nuevas tecnologías, como siempre hicieron.
Prácticamente
fueron los primeros en realizar videoclips, y evitarse de esa manera muchos viajes,
ya que al parecer no eran tan dados a viajar por viajar. Los cuatro miembros
de ABBA han anunciado que se han reunido en un estudio y han grabado dos nuevas
canciones.
En los 35 años pasados desde su “parada”, entonces
presentada como tal, en diciembre de 1982, el cuarteto rechazó, al parecer, ofertas
estratosféricas (¿mil millones de dólares?) para hacer otra gira.
Han aprobado
para la primavera del 2019 un espectáculo de “realidad virtual”, se presupone
que con hologramas; tecnología que se utilizará para presentar “I Still Have
Faith in You”, uno de sus nuevos temas, en un especial de televisión previsto para
finales del presente año.
En el caso personal de este vecino del mundo, hablar de
ABBA es abrir una puerta al pasado. Forma parte de su banda sonora. En las
radios londinenses fue donde conocí uno de sus mayores éxitos: Chiquitita, a primeros de 1979.
Con ropajes casi más cantarines que sus voces, pero muy
cercanos, por ejemplo, a nuestros “Diablos”, son la fotografía de una época.
Además, hay que recordar que entonces estábamos atravesando en España aquella
época conocida y reconocida ahora como “landismo”. Y en la que, imaginemos la
siguiente frase con aquella voz cantarina del López Vázquez: “una sueca, es una
sueca”. Y en Abba había dos, una morena y una rubia, como en nuestra zarzuela.
A este vecino, ahora que no nos oye nadie lo confiesa, le “en-cantaba” la
morena. Siempre recordará unas imágenes de un concierto en que Agnetha Fältskog, la morena, se agachaba vistiendo uno de esos monos ceñidos mientras masajeaba
de arriba abajo una de las piernas de su guitarrista, que lógicamente, hacía ímprobos
esfuerzos en concentrarse en su trabajo.
Al leer la idea que han tenido de hacer un show sin su
presencia, sólo con hologramas, me he acordado inmediatamente de una entrevista
que concedió para Televisión Española Xabier Cugat, a mediados de los setenta,
cuando el buen hombre, ya había elegido Barcelona para instalar sus cuarteles
de invierno.
Alababa, como no podía ser de otra manera, la manera de ser del
americano, y decía que aquello era el país de las oportunidades. De hecho, de
alguna manera se comprometió a que él, con una buena campaña publicitaria, podía
vender hasta cajas vacías. Me lo creí entonces, y me lo sigo creyendo, ahora
incluso con más motivos.
De las bandas tributo, que siempre le han parecido a este
vecino del mundo un quiero y no puedo,
bajamos ahora un escalón, y ya ofrecemos “hologramas”, naturalmente, y me
imagino, a precios de angulas.
Quizás haga un esfuerzo personal para asistir a uno de
esos shows, siempre que, y lógicamente, se me permita pagar con hologramas de
billetes de cien euros. Sería lo justo.
*FOTOS: DE LA RED
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