Termina una semana en la que hemos entrado en el verano
oficial, la realidad de lo que vemos tras nuestra ventana, más de un día es probable que lo siga contradiciendo, y en el que nuestros reyes han movido su palmito (aunque para
Felipe VI lo de "palmito" sonaría a recortes, y no es el caso) por
los Estados Unidos del Señor Trump. Y mientras nuestro Felipe, como en aquella
zarzuela madrileña, movía su pie al ritmo de un grupo de baile de San Luís, el
Señor Trump no dejaba de mover y remover a los niños de inmigrantes sin papeles
pillados en la frontera.
Sigo teniendo el mismo dinero que tenía ayer, que no es
poco en estos días inciertos; en cuanto a
escrúpulos no sé si tengo más o menos, aunque si a los ejemplos vistos
me remito, debería de comprarme, como Melania, la mujer de Trump, una chaqueta
de Zara, que diga a mis espaldas ("Realmente no me importa, ¿y a tí?") , siempre a mis espaldas, lo que tolero de
frente.
Ya ha pasado, también, la noche de las hogueras, y de las
brujas (aunque es mejor no mencionar a estas últimas), por si alguien tacha a
alguien, como en el chiste de Gila, de machista), quemando metafóricamente todo
lo malo, y salvándose como siempre la selección alemana de ser quemada en los
últimos segundos. No tengo nada contra ella, faltaría más, pero conviene ir aligerando el
horizonte por si nuestros chicos en algún momento se deben de cruzar con ellos.
Y es que los hijos de la Merkel siempre han dado más miedo, iba a decir que un
nublado, pero con decir que dan más miedo que ella, o que su madre, es más que
suficientemente cruel.
Por lo demás, y antes de terminar este post, estoy
abriendo las ventanas para intentar olvidar ese inevitable olor de sudor,
lágrimas e injusticia que están dejando “la manada” a su paso, al salir de la cárcel.
En mi mente
todavía, y no lo podré olvidar nunca, esa imagen de uno de sus familiares
diciendo por televisión, que es a ella a quien tenían que haber metido a la cárcel. Hay mucha
verdad, y a las pruebas me remito, en eso de que la mejor manera de evitar
siempre lo malo es la buena educación, y por los lares donde pace la manada, al parecer ni hay, ni se la espera.
Ya para terminar sólo
quiero dejar una pregunta:
¿Si ellos, los cinco, tienen prohibida la entrada en
la comunidad de Madrid, eso significa que la agredida debería de andar con
precauciones en el resto de España, como si fuera un terreno minado?
Hay
justicias muy injustas.
*FOTO: DE LA RED
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