Con la cantidad de medicamentos que ingiere mi ojo
izquierdo, hasta cuatro diferentes y han llegado a ser cinco, en
lucha con una ameba despiadada, cualquier día voy a tener como mínimo una
especie de borrachera de imágenes, y quizás me ocurra como a Pedro Sánchez y
Señora, que han estado bordeando, en el besamanos real del 12 de Octubre, el
darse las manos y saludarse ellos mismos.
Estos días también ha tenido lugar una imagen muy similar pero mucho más sugerente, esta vez en el Museo de
cera, de Madrid, y con la eterna Reina de Corazones, Isabel Preysler, y su
pareja actual, Mario Vargas Llosa, que en todo un alarde de imaginación y algo
de poesía romántica, La Preysler de hoy ha tenido un aparte con la Preysler de
ayer. Lo curioso del caso, al menos para este vecino del mundo, es que hace unos
meses le toman las medidas a la Señora Preysler, y le hacen una réplica, pero ya con los liftings y
cambios incluidos, en una especie de “Barbie Filipi-glamurosa”.
Este vecino, respecto al caso de la Señora Preysler y su
doble, o en este caso, “mitad”, tiene varias dudas: ¿El Museo de Cera quería
hacer una réplica de la joven Isabel, o de la Isabel de ahora, y se les ha ido la mano? Y lo que es
mucho más importante ¿Acabará la Isabel verdadera dentro del Museo y utilizarán
la “nueva moza” para fiestas y posados varios? ¿Nos seguirán diciendo eso de
que la belleza está en el interior, o eso solo quedará para el cuento Disney?
De todas maneas, desde un punto de vista de defensor de la cultura, que obviamente nunca me corresponderá, como también existe una versión en cera de Mario Vargas Llosa, de hace unos cuantos años, que además se exhibe en otra de las salas del mismo museo, este vecino destinarla al muñeco Mario a ser el acompañante silencioso y sonrisa fácil, mientras el de carne y hueso debería de dedicarse a lo que es realmente bueno: escribir. Pero ya se sabe eso de que el hombre dispone, y... la Preysler dispone.
*FOTO: DE LA RED
De todas maneas, desde un punto de vista de defensor de la cultura, que obviamente nunca me corresponderá, como también existe una versión en cera de Mario Vargas Llosa, de hace unos cuantos años, que además se exhibe en otra de las salas del mismo museo, este vecino destinarla al muñeco Mario a ser el acompañante silencioso y sonrisa fácil, mientras el de carne y hueso debería de dedicarse a lo que es realmente bueno: escribir. Pero ya se sabe eso de que el hombre dispone, y... la Preysler dispone.
*FOTO: DE LA RED