Lo que más me gusta de este Diciembre prenavideño, es que
parece que se abren las puertas de par en par y se empiezan a repartir premios
de "el mejor del año en cualquier cosa", sin aire despreciativo con lo de “cualquier cosa”. Además me hace sentir cómodamente participativo,
y te da la sensación de que hasta si te
presentas tú te van a dar algo. ¿Ya puestos?
Nunca me ha molado la idea de esas cenas de empresa que
también ahora están que lo tiran y parece que el que no se va de cena ni
pertenece a ninguna empresa ni nada de nada.
Llevo un tiempo (llamadme cabrón,
ya lo sé, pero la realidad de lo que nos rodea es siempre peor) preguntándome cómo serán las cenas
navideñas del personal de Glovo, y me los imagino uno por uno, siempre uno por
uno, por aquello de divide y vencerás, cenando sentados en su bici, en
cualquier frío aparcamiento nocturno, sacándose la cena de una bolsita de lunares, y al terminar, con los primeros eructos del pequeño ágape, por no decir agapito, auto-tirándose
unas serpentinas y confetis, mientras se abrazab y besan al aire que les rodea. Y no lo digo
con coña, sino con mucho cariño, seguro que más que los que
los contratan, o les fingen contratos de esa manera, siempre de esa
manera.
Este año a la hora de hacer resúmenes de cómo me ha ido
todo, para que no se dude de que yo mismo me regalo todo tipo de "zascas", habrá que decir que por lo menos, tal como se había puesto la cosa, llego
a final de año, que no es poco; pero,
eso sí, el hacerlo me ha costado, y es literal, los muy seguidores ya lo saben, un
ojo de la cara. Pero como siempre han dicho los más viejos del lugar “más se
perdió en Cuba y vinieron cantando”.
Como ya es típico en esta época que nos ha tocado
vivir, si te quejas de tu estado, alguien te va a decir, la primera vez siempre
con una sonrisa y una caricia, que hay otros que están peor que tú, y no lo
dicen, pero el silencio parece sugerir que, no tienes que ser además tan egoísta.
A mi concretamente, y no uno ni dos, me han dicho que al menos me quedaba otro
ojo, a lo que yo les he sacado de su error, cada uno es como es y no va a
cambiar ahora, y les enmendaba la plana, recordándoles que en el fondo estaban confundidos, porque
no me quedaba un ojo, sino dos, aunque el segundo esté dónde y cómo esté.
En
estos casos, regalaría unos matasuegras, si no los hay los debería haber, y se forrarían,
que al ir a usarlos y soplar, hagan la curva perfecta y se metan directamente
en el ojo del soplador. Una manera más que evidente de que se den cuenta de lo
capullos que han sido. Y conectando directamente con el comienzo de este post, en
una especie de auto-entrega más que evidente al premio más capullo del año.
*FOTOS: DE LA RED
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