Cada vez que nos toca cambiar de
fase en el mundo "coronavirus", y hoy toca, al menos en Euskadi, parece un día de campo y tengo la mesa
llena de sugerencias y contraindicaciones. Pasamos del “no poder hacer”, al “hacer
aunque no te apetezca porque ahora toca”.
Al final, por aquello de la
seguridad, creo que será mejor que en lugar de salir yo a pasear, o a lo que toque
en ese momento que se supone tengo que hacer, quizás será mejor mandar al abogado de la familia, si tenemos
abogado, o familia, o lo que quede de ella.
Entre estado de alarma y estado
de alarma, nos van a dar las uvas otra vez, y nunca mejor dicho, con
el agravante de que para mantener la distancia social o lo que sea que se llame
entonces, uno de los dos presentadores de la Nochevieja del año que apenas se
usó, prefiero pensar que ella, estará en la Puerta del Sol, y él con su capa,
capando lo que se tercie, o se tenga, y nunca mejor dicho, a mano en algún recondito lugar de nuestra España vaciada.
Quizás, y a modo de resumen
como se hace a final de cada año, y nosotros, recordad, ya estamos en nuestra nueva, como la normalidad, Puerta
del Sol, este año la mayoría nos hemos sentido como Calimero, pequeños, húmedos
e incomprendidos, y especialmente negros de tanto quejarnos y de no ver de
dónde nos viene la película, o lo que sea que en ese momento nos están proyectando.
Porque no sé vosotros, pero este vecino del mundo tiene la sensación de que no
está viviendo la vida, sino que se la están contando, y como diría Rosalía: -malamente.
*FOTO: DE LA RED.
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