Acabo de llegar de la calle, de dar una vuelta
para templar los ánimos, y luego contactar con vosotros.
Me he parado un momento, en el escaparate de una librería, y haciéndome a duras penas hueco entre tres jubilados que estaban leyendo también, para pulsar el pálpito de las mal llamadas “revistas del corazón”
cuando en realidad, se deberían de llamar “revistas de la entrepierna”, porque
antiguamente, y todavía en alguna de ellas, se hace una especie de oda a la
descendencia, con fotos de bodas, bautizos, comuniones…, y actualmente, en
cambio, pero también relacionado, cada uno dice lo que le sale…de lo más
profundo.
Esta semana, y es lo único que he robado/leído de
los titulares, porque ha sido más que suficiente, la Señora María José
Campanario, esposa de un actor en ciernes llamado Jesulín de Ubrique (debido a
su próxima aparición como uno de los protagonistas en Torrente 5), confiesa que
ella “cuando se enfada, limpia”. El periodista, que me imagino que no
lo habrá hecho por educación, le debía de haber preguntado en ese momento, si
es que está continuamente limpiando. Más que nada para así saber si normalmente
está de mal café.
A este vecino del mundo, en realidad le pasa lo
mismo, cada vez que está de mala leche (observese que hace muy buena
combinación con el café mencionado anteriormente), le da por escribir. Y aquel
que habitualmente le sigue, sabrá que lo hace, el escribir en esta ventana,
unas cinco veces a la semana, por lo que normalmente su tensión está bastante
alta.
Quizás en momentos de excitación cada uno saca lo
que lleva dentro, Doña Campanario la bayeta, y lo mismo que Don Boris Izaguirre
saca la pluma, este vecino lo hace con el teclado del ordenador.
Y es que en realidad, y bien pensado, somos cada uno
de nosotros como una moneda, con dos caras. Una que es la que normalmente se
ve, y otra la íntima. La que quizás no quieres que se sepa porque sería dar
mucha ventaja al posible enemigo, sobre pistas en las que poder atacar.
*FOTO: DE LA RED