Han salido las listas de los
hombres más ricos del mundo según la revista Forbes, y como siempre, ya no me
extraño, no estoy en ellas, ni tampoco el pequeño Nicolás, al menos con el
nombre de Francisco Nicolás, aunque creo que ese es tan listo, que no quiere
estar. Por aquello de que lo importante es ser, rico en este caso, tener el bolsillo y el riñón
bien forrado, sin que te reconozcan, ni nadie lo sepa, porque de esta manera
puedes hacer lo que te dé la real gana, sin dar ningún tipo de explicación.
Estás un rato viendo los
informativos de televisión y, por aquello de las medidas profilácticas, tienes
que tomar la determinación de meterte, tú, entero, dentro de un preservativo
super-hiper-king-size, para no coger ninguna enfermedad venérea. La cantidad de
gente que ha tomado dinero “prestado”, vía tarjetas black, o cursos de
formación, que solo han servido para deformar vidas de manos rápidas y sin
escrúpulos, es asombrosa. Va a resultar más fácil meter en la cárcel a los que no han hecho nada, para protegerlos de la mayoría.
Este vecino del mundo sigue
pensando que ahora también hay dos Españas, como en tiempos de Machado, Don
Antonio, pero nada que ver con aquellas: los que se han ido de putas, con el dinero de todos, y los que las están pasando putas, que son la mayoría. Y todo ello con la
aquiescencia de un gobierno que no sabe, no contesta.
Si a todo esto añadimos, ese
telón de fondo de un día sí y el otro también de la violencia de género, o
violencia machista, al final llegamos a una especie de frenesí en el que nada
tiene sentido, pues si el remedio tiene que venir de esos mismos que cuando se
confunden con las sombras, se gastan el dinero en vidas desenfrenadas de
pasiones compradas, apaga y vámonos.
Llevo varios días buscando la cadena de
esta cloaca inmensa, y cuando la encuentre, sin dudar, tiro de ella, peor no va
a ser.
*DIBUJO: DE LA RED