Hoy, 22 de Octubre, un gran amigo, y por aquello de la
vida vivida (practicada siempre en gerundio, desde luego), cómplice en aprender a sobrevivir, ha recibido el título de, por
decirlo de una manera diferente, "sexagenario". Que puede no ser nada, pero lo es
todo.
Y claro, funciona, como en todo, el efecto dominó. En el
que unas personas se intercalan con otras, formando parte de tu vida, y tú de
la de ellos.
Quizás la vida es como el mar y nosotros, que desde muy
pequeños aprendemos a flotar, como boyas, muchas veces titubeantes, nos vamos
dirigiendo, pese a estar sujeto a tus raíces, a tus creencias, más que a donde queremos, a donde podemos. Dirigidos por el
esfuerzo, la suerte, los miedos y complejos, que entre todos son mareas muy
fuertes que hay que tener muy en cuenta.
Los años, añadido a lo dificultoso de seguir flotando, al final
siempre te van dejando, otra vez tus raíces, tus creencias, en lugares más cercanos, no es una ley que siempre se
cumpla, a los paisajes de tu infancia.
Hoy, Jose, sin acento, como a él le gusta que le llamemos, ha cumplido sesenta años, y a sus allegados, queramos o no, nos da por hacer
una especie de viaje al pasado y recordar años en los que nos conocimos, en mi caso, mediados de los sesenta. Y aunque ahora se diría eso tan manido de una época en
blanco y negro; la vida, nuestra vida, sí tenía color, y mucho. El color recién
impreso, de primer y único uso.
Descubriendo la vida a cada paso, eso sí, sin dar a
entenderlo. Con el gesto de que ya lo sabías, de que a ti no te tienen por qué
prevenir, y mucho menos aconsejar, porque lo sabes todo. Con el falso
sentimiento de que mientras los demás van, tú, vas y vuelves cada día.
Hoy, en realidad, no es un día de echar de menos, porque
los amigos ya ausentes, en realidad nunca lo están mientras vivamos nosotros,
sino de darnos un abrazo, aunque en nuestro caso sea en una distancia forzada
por eso que se suele clasificar como “imponderables”, y con una llamada
telefónica ahora, y la cita para un
ágape cuando
se pueda, se recargan las baterías.
Los "amigos, amigos", siempre son buenos. Y la bondad, nunca
hay que alejarla de nosotros.
*FOTO: DE LA RED