Siempre se ha tenido a la siesta como nuestro tributo y
aportación a la humanidad. Sin embargo, hay que tener mucho cuidado porque a
las siestas las carga el diablo. Una siesta mal culminada puede ser una especie
de gatillazo matrimonial.
Despertarse en el sofá delante de la televisión con un “mira
cariño lo que me he comprado” y no andar rápido de reflejos, o el menor
atisbo de un gesto cuando menos dudoso, puede meterte en muchos problemas.
A tu mujer no le puedes "molestar" con cualquier tipo
de pregunta, porque como mínimo te va a contestar que ha tenido un mal día, que
no le preguntes tonterías, o que le duele la cabeza, y que le dejes tranquila,
sin embargo ella a ti, sí.
Y es que ser un hombre no es nada fácil, porque en
realidad toda mujer tiene en su interior una especie de cinta magnetofónica, o
de video, que ya le viene de serie, en la que va grabando todo lo ocurrido durante
el día. Los hombres sin embargo, no
tenemos este tipo de prestaciones. La memoria de un hombre es lo más parecido
posible a la memoria de un pez, solo cuentan los cinco últimos segundos. ¡Y así
nos va!
La memoria tipo, de larguísima duración, de una
mujer, está preparada en cualquier
momento. Como un hombre intente defenderse de algo, la mujer siempre saca
dichos, hechos, que has tenido, y en los que, digamos, por decirlo “suavemente”,
no has estado nada afortunado, y cada cosa que digas para defenderte, en
realidad es otro centímetro de tierra que cede debajo de tu orgullo, y dentro
de unos segundos vas a estar tan enterrado en la discusión que para estar al
ras del suelo te vas a tener que poner de puntillas.
Todos los momentos felices, los recuerdos/hechos
bonitos que has dicho/tenido con tu pareja durante toda vuestra larga relación,
no valen para nada, si no contestas bien al momento “mira cariño lo que me he comprado”.
Por supuesto que no sirve para nada el decir “te sienta muy bien, cielo”
simplemente, porque antes que eso es requisito indispensable, cuando menos, el
haberla observado durante más de un minuto como si el mundo se hubiera parado,
como si no hubiera un más allá.
Por eso a las siestas las carga el diablo, es el lado
indefenso del hombre. En el mundo animal
equivaldría a mostrar la yugular y que la otra parte sea noble y no te ataque. En el ADN de todo hombre que quiera sobrevivir dialécticamente,
siempre hablamos dialécticamente, a su mujer tiene que estar grabado a fuego el
“sí
cariño, si cielo”, porque solo ello puede salvar tu orgullo de hombre,
evitarte miles de problemas, y además, y ésto es lo más importante, “decir la
última palabra”, y que salgas del envite con la frente alta y dando la espalda
al peligro, como los buenos toreros.
*FOTO: DE LA RED