Hoy
en día todo aquel que quiera estar en el candelabro, como dijo la
miss aspirante a actriz aspirante a ser aspirada y volverse polvo de
estrellas, necesita unas buenas gafas de sol de primerísima marca, y
un smartphone o similar. En realidad es todo atrezo y pura pantomima,
como la vida misma, pues las gafas no se utilizan para evitar el sol,
sino el juego de miradas, y el teléfono para escapar de
las preguntas. Será casualidad, y las casualidades en la mayoría de
los casos son excusas, pero muchas veces se observa que el famoso va
hablando por el móvil, y cuando termina el recorrido durante el que
prevé que puede ser preguntado por el periodista de turno, y se mete
en el coche que le estaba esperando, cuelga el teléfono.
Más
de una vez, este vecino del mundo ha pensado que esos teléfonos no
son reales, que son como los expuestos en las tiendas de telefonía, que
advierten previamente que son maquetas. Tampoco sería de extrañar,
ya que la vida es puro teatro, y en el teatro nada es lo que parece,
y los móviles no son tales sino solo recursos interpretativos.
Y
es que en nuestros días lo importante es aparentar, por eso más de
uno caído en desgracia por la crisis, se lo está pasando todavía
peor, pues no quiere que los vecinos se den cuenta de su situación
real, y digan aquello de que con
los aires que se daba...
Hoy
tiene más actualidad que nunca aquel cuento del rey desnudo, por el
cual unos sastres iban a ganar una cantidad inmensa de dinero, al
hacer un supuesto traje con telas preciosas de excelente calidad e
hilos de oro, pero que tenía la extraña característica de que
solo podía ser visto por aquellos que realmente eran hijos de
quienes todos pensaban que era su padre, con lo cual conseguían que
todos mintieran y dijeran que el traje era excelente, para que no se
pensara que en realidad ellos mismos eran bastardos. Todo aquel que
conoce el cuento sabe que al final, durante el desfile del rey con su
supuesto nuevo traje, pero que en realidad iba desnudo, es un niño,
el que con su inocencia y crudeza habitual, dice que él lo único
que vé es a su rey desnudo.
Lo
importante en nuestros días no es encontrar la verdad, sino la
utilización que podamos hacer de nuestra verdad para
uso propio. Y ahora todo se compra y se vende, y las noticias blancas
no cotizan en bolsa. El amor no da dinero, pero si la pelea, la
trifulca y los cuernos. Y hay cuernos de todo tipo, porque engañar
se puede hacer en todos los ámbitos de la vida.
Hoy
es moneda de cambio frecuente, el estirarse de los pelos, aunque
luego se vayan a cenar juntos y cobren en tres partes, porque no hay
que olvidar que la persona que cuenta o relata el tema, también
cobra, y es que al final, los únicos “paganini”,
como siempre, somos nosotros, que al final tocamos, pero siempre de
oído.
*FOTO: DE LA RED