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sábado, 6 de febrero de 2021

¿SEGURO QUE ESTÁ LLOVIENDO?

 

¡Pues sí! La cosa, la famosa cosa, debe de ir tan mal que hasta nuestro destino ha decidido echarnos una mano

Y llueve como si no hubiera un mañana. No en intensidad, que si se pusiera en serio, seguro que nos ahogaba, sino en horas, todo el puto día, para que no salgamos a la calle. Y así no nos contagiemos.

Ignoro si en esa autonomía llamada Madrid, el destino esté actuando de la misma manera. Y es que Díaz Ayuso es mucho hasta para el destino. Espero que éste, el destino, no parezca para ella al menos, que sea de izquierdas. Porque en ese caso, no hay nada que hacer, y hará lo contrario de lo que el sentido común pidiera…

Hace dos días, flipé, otra palabra seguro que se quedaría corta aunque pareciera más seria. En un reportaje televisivo se hablaba de una empresa de esas que se dedican a atrezo para películas y series de televisión, naturalmente no se decía el nombre, que se estaba replanteando seriamente cerrar el negocio. Porque están todo el día recibiendo serias amenazas de muerte de los negacionistas.

Me imagino que la noticia así, para muchos, necesitará una explicación. Y remedando a Pepe Isbert en “Bienvenido, Mister Marshall”: “…esa explicación que os debo os la voy a pagar”.

Tanto en películas como en series de televisión, a los decorados hay que dotarlos “de verdad”.  Y de eso se encargan “los de atrezo” que, por ejemplo, en un “presunto” hospital son los que se encargaran de llenarlo de máquinas, y que en el fondo solo son maquetas que dan el pego.

Pues, al parecer, muchos negacionistas la única manera que tienen de seguir con su discurso, es decir que todo lo que se ve en cualquier informativo, venga de donde venga, está trucado. Y más de una empresa de atrezo está siendo amedrentada.

Por cierto, y ya que estamos, en cuanto termine este post, voy a comprobar si está lloviendo de verdad o son los de “efectos especiales” haciendo un buen trabajo…

Al parecer, más de uno y de dos, se está tomando en serio eso de que la vida es una película… Y para más inri, seguro que no han visto el film de François Truffaut,  La noche americana, o el cine dentro del cine.

Ellos se lo pierden…

*FOTOGRAMA: "LA NOCHE AMERICANA"

jueves, 26 de marzo de 2020

UNA MERA CUESTIÓN DE ATREZO



Son las ocho de la noche, e iba a comenzar mi post de hoy. Tenía todo preparado, y aunque con eso de todos en casa, y solamente casa, no es habitual este horario para comenzar mi post. De todas maneras, y por una serie de casualidades, todo se ha ido al garete, o al menos el rumbo de lo pensado ha cambiado.

En la sala, la habitación adjunta, parte de la familia estaba viendo la Cadena Alegre, cuando me he dado cuenta de que estaban retransmitiendo, como se suele decir, en pleno directo, los aplausos que la gente está dando y se está dando, creo que a la entrada de un hospital. Pero llamadme raro, antiguo, o todo junto, no me ha gustado nada esa especie de uso y abuso de las buenas intenciones de muchos.

De hecho, solo han pasado diez minutos y los mismos que se hacían eco de la noticia, ahora, como jueves que es, ya están anticipando asuntos que se van a tratar hoy en el programa de Supervivientes.

No nos vamos a rajar las vestiduras a estas alturas de la película, pero  si esa cadena de televisión, y otras, no se dedicaran a vender noticias, habrían puesto una cadena de carnicerías y todo su esfuerzo desembocaría  en muy alargadas ristras de chorizos y salchichas. Quizás, por aquello de que lo que no mata engorda, especialmente al propietario del invento, o más bien del chiringuito.

Convertir todo un tributo a los buenos sentimientos en mero espectáculo tiene mucho de corazón congelado y de no ver más allá de lo que cobras a fin de mes.

Por lo demás, cuando todo eso del coronavirus termine, sacaremos muchas conclusiones. Y personalmente ya puedo ir adelantando una.
Conviene, los que ya hace tiempo que comenzamos a caminar por la senda de los sesenta, que cuidemos nuestra forma física, porque ya ha quedado nítido que a partir de los setenta ya te consideran  “prescindible”, y te conviertes en carne de cañón. En caso de duda, o de amontonamiento de enfermos en centros hospitalarios tendrás la sensación de que los buitres cada vez sobrevuelan más cerca de tu cabeza.

Te pasas estudiando hasta pasados los veinticinco años, con cincuenta y cuatro gentilmente tu empresa te manda con un ERE a la calle. Y ahora, viene el famoso coronavirus, y las mentes pensantes disponen que a partir de los setenta puedes ser prescindible, pero seguro, seguro, que no tienen nada contra ti.

Hace ya mucho tiempo, cuando nació mi hija, y al ir a cumplimentar sus papeles en el juzgado, me descubrí esperando delante de tres puertas con sendos letreros en ellas: NACIMIENTOS, BODAS, DEFUNCIONES. Y en realidad eso puede ser la fría autopsia, como todas lo son, de lo que es la vida. Lo demás, una mera cuestión de atrezo.

*FOTO: DE LA RED


sábado, 17 de septiembre de 2016

LA VIDA COMO ATREZO




Últimos días de playa. En una ciudad playera por antonomasia, y turística donde las haya, desde hace dos días (mediados de septiembre), ya no hay servicio de socorro. Muchos pensamos que es otra manera que tiene el gobierno de acabar con el paro y disminuir la jubilación  con los que se mueran ahogados y pertenezcan a un censo u otro.


Ya los turistas extranjeros no tienen la lozanía de los venidos en la época puntera.  Los de ahora ya tienen pinta de venir subvencionados por los diversos países del mercado común, para que el paripé del verano no acabe bruscamente. Y a todos esos, habrá que añadir a los turistas que seguro que cada ayuntamiento subvenciona entre los parados del pueblo con unos bocadillos y el poco dinero que ha quedado tras el tres por ciento, para que den un poco más de “carne y hueso” a la industria del turismo, y no desaparezca rápidamente tras mediados de septiembre. Todavía quedan comicios en algunas autonomías, y hay que dar sensación de normalidad “y-que-todo-va-bien”


Me pregunto cuándo quitaran la playa, y me imagino enrollándola como si fuera una alfombra. En realidad, creo que son dos, la otra, el mar… Naturalmente se las quedarán las autoridades pertinentes, guardándolas en unos  hangares enormes que seguro tendrán en algún lugar escondido de la villa. 


Mientras, ya habrán hecho sitio sacando los artículos pertinentes de los próximos tres meses: montones de hojas rojas, para crear sensación de “otoño”;  desplegando y montando las pequeñas locomotoras en las que luego, muy pronto ya, se asarán las castañas; abetos, pinos, espumillones, luces (muchas luces, predominando ya las blancas, azules y rojas); pavos, de plástico y corcho blanco (porque los de verdad que se los compre cada pardillo si puede), y espray,  montones de espray, con esencias de los sentimientos de la época a crear: fraternidad, alegría y amor.



A todo lo anterior, nunca conviene olvidar, la excelente banda sonora (música y voz) que añadirán los diferentes medios de comunicación para que hagamos ... lo que nosotros queremos.



Y es que con el fútbol, aunque ya hay a todas horas, y en todas las épocas, no es suficiente para tener a todos bajo control (aquel pan y circo de los romanos), y ocupados. Eso sí, que tengamos la sensación de que hacemos lo que queramos, cuando en realidad nuestra libertad está ya más que programada, o lo que en aquella película de dibujos animados se publicitó a las masas como “El ciclo de la vida”. Lo importante, que la gente no piense, no decida; una libertad prêt-à-porté.
¿De risa? Ninguna.


*FOTO: DE LA RED, Y  F.E. PEREZ RUIZ-POVEDA

viernes, 6 de septiembre de 2013

LA VERDAD COMO ATREZO

Hoy en día todo aquel que quiera estar en el candelabro, como dijo la miss aspirante a actriz aspirante a ser aspirada y volverse polvo de estrellas, necesita unas buenas gafas de sol de primerísima marca, y un smartphone o similar. En realidad es todo atrezo y pura pantomima, como la vida misma, pues las gafas no se utilizan para evitar el sol, sino el juego de miradas, y el teléfono para escapar de las preguntas. Será casualidad, y las casualidades en la mayoría de los casos son excusas, pero muchas veces se observa que el famoso va hablando por el móvil, y cuando termina el recorrido durante el que prevé que puede ser preguntado por el periodista de turno, y se mete en el coche que le estaba esperando, cuelga el teléfono.
Más de una vez, este vecino del mundo ha pensado que esos teléfonos no son reales, que son como los expuestos en las tiendas de telefonía, que advierten previamente que son maquetas. Tampoco sería de extrañar, ya que la vida es puro teatro, y en el teatro nada es lo que parece, y los móviles no son tales sino solo recursos interpretativos.
Y es que en nuestros días lo importante es aparentar, por eso más de uno caído en desgracia por la crisis, se lo está pasando todavía peor, pues no quiere que los vecinos se den cuenta de su situación real, y digan aquello de que con los aires que se daba...
Hoy tiene más actualidad que nunca aquel cuento del rey desnudo, por el cual unos sastres iban a ganar una cantidad inmensa de dinero, al hacer un supuesto traje con telas preciosas de excelente calidad e hilos de oro, pero que tenía la extraña característica de que solo podía ser visto por aquellos que realmente eran hijos de quienes todos pensaban que era su padre, con lo cual conseguían que todos mintieran y dijeran que el traje era excelente, para que no se pensara que en realidad ellos mismos eran bastardos. Todo aquel que conoce el cuento sabe que al final, durante el desfile del rey con su supuesto nuevo traje, pero que en realidad iba desnudo, es un niño, el que con su inocencia y crudeza habitual, dice que él lo único que vé es a su rey desnudo.
Lo importante en nuestros días no es encontrar la verdad, sino la utilización que podamos hacer de nuestra verdad para uso propio. Y ahora todo se compra y se vende, y las noticias blancas no cotizan en bolsa. El amor no da dinero, pero si la pelea, la trifulca y los cuernos. Y hay cuernos de todo tipo, porque engañar se puede hacer en todos los ámbitos de la vida.
Hoy es moneda de cambio frecuente, el estirarse de los pelos, aunque luego se vayan a cenar juntos y cobren en tres partes, porque no hay que olvidar que la persona que cuenta o relata el tema, también cobra, y es que al final, los únicos “paganini”, como siempre, somos nosotros, que al final tocamos, pero siempre de oído.

*FOTO: DE LA RED