Uno de estos días atrás, en la mayoría de los
hogares españoles, algún miembro de la familia habrá tenido que recalcar el
hecho de que hoy, sábado, era fiesta, más que nada para asegurarse de que
hubiera de todo en la cámara frigorífica para poder hincarle el diente. Y en más
de algún hogar también, se habrán tenido que concentrar para llegar a la
conclusión de que el sábado era fiesta por ser el día de la hispanidad,
un concepto que desde hace mucho tiempo, en esta España de las autonomías,
huele a rancio y tiene, al menos se lo adjudicamos sin pestañear, ecos franquistas.
Hispanidad es un
concepto que ya nos queda hueco, en una sociedad que quien más quien menos
intenta aprender inglés, o finge que sabe, como alguna alcaldesa española.
Mientras, esa misma cultura anglófila acusa a los españoles de inmensas
tropelías durante la época del descubrimiento de América, como si tanto
ingleses como americanos no tienen cuentas pendientes, los primeros con países
conquistados, muchas veces les llaman “colonias”, será para que huela
bien el estropicio, otras veces también dejan el trabajo más sucio a
los “piratas”, y los segundos, los americanos, con los primeros habitantes de
su continente y a los que, a la postre arrinconaron en su propio territorio. Resumiendo,
que el que esté libre de pecado que tire la primera piedra.
En esta España cabreada y tiesa por la crisis,
solo tiene razón de ser este día, y visto por un vecino desde su atalaya, que
aunque privilegiada, solo alcanza a ver lo que alcanza, y lo que le interesa, porque
es el día de los que tienen la sartén por el mango, las fuerzas de
orden público y la clase política.
En realidad, esta fiesta siempre ha sido un acto
de mirarse al ombligo para recordar lo que fuimos, y que muchos intentan que
nos avergoncemos de ello, y para otros el ver a dónde hemos caído, y que nos
avergoncemos también. Eso sí, vestidos de fiesta, porque sea lo que sea y pase
lo que pase, como dijo Ernest Hemingway, americano también, España siempre es
una fiesta, aunque cada vez haya menos razones y medios para celebrar.
Quizás, y solo quizás, sea un símbolo también, de
lo que fue y lo que queda, el palco de autoridades en el desfile de hoy
en Madrid, porque más de uno que antes se pegaba por estar en primera
fila, hoy pactaría con el diablo para que nadie le conociera.
*FOTO: DE LA RED